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miércoles, 29 de julio de 2009

Políticas universales y progrefacilonguismo















El progrefacilonguismo es una curiosa rama del pensamiento político argentino.

Al progrefacilonguismo le gustan las grandes frases, lo grandes títulos, las pomposas denominaciones de instrumentos de políticas públicas con la que nadie en su sano juicio podría estar en desacuerdo.

El progrefacilonguismo obtiene un goce cuasi orgásmico con la sola pronunciación de esas palabras, con las cuales -suele creer- la realidad misma puede modificarse asigún sus deseos.

Pero la -oh, terca- realidad suele andar por carriles bastante alejados de los deseos del progrefacilonguismo, lo cual no hace sino confirmarle al progrefacilonguista la ineptitud o malevolencia de los poderes públicos -cualquiera sea el signo de éstos.

Al progrefacilonguista le gustan cosas como el ‘tren para todos’, la supresión de la minería a cielo abierto, la rebaja del IVA, y lindezas parecidas. Esto es, le gusta hablar de ello, y muchísimo.

Jamás se intente preguntar a un progrefacilonguista sobre las condiciones de factibilidad e implementación de sus propuestas. Airado le reprenderá con una torva mirada, casi lo tomará como una irrespetuosidad.

A un progrefacilonguista no lo detienen esas menudencias, ni se lo interrumpe con preguntas tan desubicadas. Seguramente le espetará algunos datos y números -de fuente y rigor desconocidos- con los cuales dará por terminada la molesta inquisición.

Quizá no se le pueda reprochar demasiado al progrefacilonguismo. Queda muy bien en cualquier ámbito -sobre todo capitalino, sobre todo en canales de televisión capitalinos- la formulación de propuestas progrefacilonguistas, demuda al auditorio, deslumbra al entrevistador, y el ego del progrefacilonguista se arroba de emoción.

Al progrefacilonguismo le gustan, mucho más que otros ítems, los 'Universales'. Quizá fuera por la resonancia ‘cósmica’ que tiene el término, quizá porque a nadie excluye y puede resumir en una palabra la quintaesencia del ‘bien común’. En una de esas porque simplemente está de moda, y el progrefacilonguismo siempre trata de estar a la moda.

Y lo que está de moda es el ‘Ingreso Universal’, mejor aún si es a la niñez, y se maximiza aún más la eficacia discursiva si se trata de la niñez pobre.

¡Qué economía de esfuerzo! En tres o cuatro palabras poder formular una propuesta tan maravillosa, ¿qué progrefacilonguista se va a privar de una cosa así?

Acá, como somos molestos, nos manifestamos enfática y decididamente en contra de esta banalizada propuesta de 'Ingreso Universal'. ¡Santo horror! ¿Cómo se puede ser tan grosero, tan malvado, tan… fascineroso, como para negarle a los niños pobres un ingreso universal?

Ah… ¡qué persistencia que tienen las fórmulas progrefacilonguistas! Ya lo decía Don Arturo, si uno escucha la mañana un tango en la radio, lo vuelve a escuchar yendo al laburo en el bondi, lo sigue escuchando en la radio del trabajo, y de regreso a casa le sigue sonando… de seguro lo termina tarareando. Pasa con lo que instalan los medios, pasa también con las taxativas sentencias del progrefacilonguismo.

Sólo así puede explicarse que recorriendo todo el espinel ideológico, desde la izquierda siestera, hasta el liberalismo liberal, nos encontramos con personajes que repiten que te repiten con impostada solemnidad y pretensiones de evidencia axiomática: ‘Ingreso Universal a la niñez’. Unanimidad que también nos resulta algo sospechosa.

Vamos al grano.

La propuesta del ‘Ingreso Universal a la niñez’ nos parece: Abstracta, Regresiva, Carísma, Inoperante, y, puesta en contexto, Conservadora (reaccionariamente conservadora).

Abstracta: nada de poner la propuesta en el contexto de la coyuntura económica que atravesamos; nada de indagar sobre sus fuentes de financiamiento; nada de evaluar -seriamente- su impacto sobre las finanzas públicas, su sostenibilidad y actualización; nada de situarla en el marco del conjunto de las políticas macro, ni de analizar su coherencia con las mismas y con el conjunto de políticas sociales nacionales y provinciales; nada de diseñar el modo de implementación, organismo de administración y contralor. Nada de nada. ‘Ingreso Universal’ para todo tiempo y lugar, listo para usar, decretazo y listo el pollo, salida de la pobreza y felicidad garantizada para todos los niños.

Regresiva: por principio de Universalidad la percibirían todos, los nietecitos bruñidos de Paolo Rocca, y los nietecitos mocosos de la Pocha del comedor de Altos de San Lorenzo. Poco que agregar, sólo que -ya veremos- serán efectivamente quienes menos lo necesiten los primeros en acceder al beneficio.

Carísima: el econometrista de prestigio internacional Adrián Pérez, por ejemplo, nos informa que el costo anual del chiste andaría en los 25 mil millones de mangos (suponemos sin estimar los costos de implementación, ítem que la ingrata realidad se empeña siempre en poner en la columna del debe). En nuestro barrio nos dirían: “¿y qué culo va a sangrar?”: cric, cric…

Inoperante: la propuesta, una vez descendida desde estratósfera hasta el nivel del mar, supone tantas dificultades de aplicación como las que tienen las tan denostadas políticas focalizadas. ¿Cómo es esto?

Cualquiera que alguna vez en su vida haya salido al exterior de un estudio de televisión (o de un despacho porteño, o de un aula, o meramente de un frasco), cualquiera que alguna vez le haya pasado cuantimás de costado la implementación de alguna política social, sabrá, sin dudas, que no basta el decretazo o la resolución para que, mágicamente, el ‘Ingreso Universal’ llueva cual maná sobre los hogares pobres con niños ídem.

¿Cuáles son los trámites administrativos para acceder al beneficio? ¿Quién le saca las fotocopias autenticada al DNI y a la partida de nacimiento? ¿Quién va a pedir la constancia de domicilio? ¿Quién avisa que el cheque está para cobrar o que el dinero ha sido depositado en la Caja de Ahorro? ¿Quién le informa a la pauperizada madre de Formosa o Villa Itatí lo que debe hacer para ‘incluirse’? ¿Con qué guita se hace todo eso?

Nada de nada, los progrefacilonguistas creen que ello ocurrirá sólo por obra de la naturaleza benéfica de su propuesta. La realidad, y la experiencia, indican que la real ‘inclusión’ de quienes más lo necesitan, en estas o cualesquiera políticas sociales -universales o focalizadas- es un camino arduo, laborioso, complejo, y que finalmente remite a las redes sociales realmente existentes en los territorios de la pobreza: punteros, organizaciones sociales, oenegés, parroquias, y un largo etétera.

De donde lo ‘Universal’, o queda en simple y facilonguista retórica, o alude tan sólo a que no hay una restricción o cupo para acceder al beneficio, y por lo tanto lo de ‘Universal’ es una pomposidad perfectamente omitible. En definitiva, la ‘Universalidad’ deberá, a fortiori, ir acompañada de una vigorosa focalización territorial para que los más necesitados queden incluída en ella, casi casi, lo mismo que tantas otras políticas sociales focalizadas… de lo contrario, los primeros que accedan al beneficio serán... sí, los que menos lo necesitan.

Conservadora: y, como dijimos, puesta en contexto, profundamente reaccionaria. Las políticas públicas, a diferencia de las frases, tienen escenarios de aplicación condicionados por factores institucionales, económicos, culturales, comunicacionales, y -condensadamente- políticos. Lo que queda lindo en el Excel y en la frase, luego es despedazado por los circuitos administrativos, el conjunto de políticas económicas que acompañan la medida, su impacto en los precios al consumidor, y un importante etcétera de contingencias que el progrefacilonguismo elude abordar.

Para precisar, quienes más han afinado el lápiz con la propuesta de ‘Ingreso Universal’, al menos en la escena político-mediática, han sido los representantes de la Coalición Cívica. En resumidas cuentas se trata de una propuesta articulada con un simpático combo compuesto de: eliminación de las retenciones, compensaciones, subsidios, acuerdos de precios y restricciones a la exportación (“dejar en paz” al campo & asociados), ir a poner el tujes al FMI para cubrir el abismo fiscal resultante, y como parche social a la disparada inflacionaria resultante (esto, claro, se excusan de aclararlo) nada menos que el ‘Ingreso Universal’.

Clausura del modelo económico vigente mediando un megaajuste estructural, y chauchas para que el pobrerío no muera de hambre. Bonita política ‘Universal’. Los muchachos de los organismos multilaterales aplaudirían a rabiar. Y, debe decirse, el necesario complemento del bienamado ‘Ingreso Universal’ va a ser mucha Gendarmería.

Para cerrar el excurso ‘universalista’, lo que queda afuera de las florcitas ‘Universales’ son unos nimios detalles, a saber: ¿en qué marco de modelo productivo se piensa el ‘Ingreso Universal’? ¿En qué marco de política laboral y de ingresos? ¿En qué marco de políticas macroeconómicas? ¿Pensamos alguna vez darle trabajo digno a los papis de los nenes pobres beneficiados por el 'Ingreso Universal', o con eso ya está y nos quedamos tranquilos?

Caigamos de la palmera de una vez: el ‘Ingreso Universal’ es perfectamente compatible con una sociedad pauperizada -o en vías de serlo cada vez más- que concentra riqueza y poder de mercado en un extremo y pone una valla de contención en el otro -‘universal’- para que no salte todo por los aires. El ‘Ingreso Universal’ es lo mismo que -y metaforizable como- un muro puesto alrededor de la General Paz y los Countries para que la negrada no entre (mos) a degüello.

Algo no encuadra si la retintina ‘Universal’ la escuchamos de boca de Prat-Gay y Fernando Solanas, del Banco Mundial y de Vilma Ripoll. A algunos se les está escapando algo, y seguro que a otros no.

Sí, en palabras suena lindo, facilongo…

Canten otros muchachos progrefacilonguistas, porque esta canción suena horrible.

PS: ¿Resulta provocador? Disculpas, hace rato que teníamos ganas de despacharnos.

sábado, 25 de julio de 2009

Pase lo que pase después




Esta semana en TN pasaban en cada tanda una promo del programa de María Laura Santillán. Aunque nunca lo vi, en otras promos pude ver que ese programa, Argentina para Armar, tiene invitados variopintos, que ésa es por otra parte su lógica, puesto que es algo así como un programa de diálogos. Pero en la promo de esta semana la periodista hacía una pregunta que respondía Luis Juez, y el motivo de la elección de ese fragmento supongo que se debía a la respuesta, muy “vendedora”. Juez decía: “Hay que ir (al diálogo) porque Kirchner quiere que no vayamos. Hay que ir porque la gente quiere que dialoguemos”.

Lo pasaron tanto que me quedó repicando en la cabeza no la respuesta, sino la pregunta de la periodista, que era en rigor una afirmación, aunque debe haber retomado algo ya dicho en la mesa: “Hay que ir (al diálogo). Pase lo que pase después”. La que me quedó repicando, naturalmente, es la segunda parte.

¿Qué puede pasar “después”? ¿Cuándo llega “después”? ¿Tiene una ubicación temporal colectiva ese “después”?

¿Y qué se entiende por “pase lo que pase”? ¿Cuánta amplitud tiene ese “pase lo que pase”? ¿Qué zonas del imaginario colectivo activa ese “pase lo que pase”? ¿Será dar por sentado que el diálogo que propone el Gobierno es una mera artimaña? ¿Será que se tomará como una artimaña el hecho de que la Presidenta dialogue pero luego decida ella las políticas futuras, como por otra parte es lógico? ¿Será que tácitamente se presume que el que gana las elecciones legislativas tiene no sólo un escenario parlamentario favorable sino también potestad cuasi presidencial? ¿O será que quizá el mandato no termine? ¿O será que el “después” y su “pase lo que pase” abre el paraguas para otra cosa?

En el discurso hegemónico de los grandes medios, que emerge claramente como un nuevo poder poselectoral sobre el que nadie dice ni mu, por momentos hay desnudez. Debería poder hacerse un análisis o una lectura del 28J que incluya a todos los actores de las elecciones. No sólo ganó la derecha política. También sus esponsors periodísticos. ¿O son los políticos los esponsors de los grandes medios?

En toda América latina los grandes medios están desarrollando un papel unívoco y orquestado. La reacción conservadora de diversos grados que asoma en toda la región tiene a los medios privados como gran soporte de uno de los dos nuevos relatos latinoamericanos. Porque volvió la historia, amigos. La que Fukuyama había declarado agónica, la que quedó conectada a un respirador artificial durante una larga década de saqueo y de instalación del modelo que ya sabemos. La historia que nunca terminó de morir volvió a la región vigorosamente y en un hecho que es más concreto que cualquier fe: nueve gobiernos. Se incluye en esos nueve al de Honduras, que ahora y después del golpe está en la resistencia.

Resistencia es una palabra que habíamos dejado de usar. Yo misma formé parte, me acaba de venir a la cabeza, del Movimiento Argentina Resiste, un grupo con mayoría de teatristas que, como Teatro Abierto en la dictadura, se armó en 2001, cuando había estallado todo. Y antes hubo resistencia peronista, y eso fue porque también hubo una proscripción. Y resistieron los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado. Y los familiares de los atentados terroristas que hubo durante el menemismo siguen resistiendo todavía. Quiero decir: la resistencia fue siempre nuestro territorio “por naturaleza”, siendo a su vez ese territorio de naturaleza política.

Hace muy poco tiempo, en los diferentes países de la región, los medios privados tenían sus líneas editoriales de siempre, mientras lo que cambiaba era la realidad. El fenómeno que comenzó en Mar del Plata, en la Cumbre de las Américas en la que la presencia de Hugo Chávez hizo fracasar la penetración del ALCA en el Cono Sur, fue muy lejos. Nueve gobiernos es mucho. Si uno lo piensa, nueve gobiernos planteándose un diseño regional autónomo del capitalismo global es mucho, sobre todo si entre esos Estados está una potencia como Brasil, un productor de energía como Venezuela y un productor de alimentos como la Argentina.

Obama ya ha calificado a Venezuela como un narco estado. Los adjetivos después ayudan a justificar las políticas. Es una tradición de lo más conservadora en Estados Unidos. Los demócratas rara vez la rompen. Lo llevan tatuado en la piel. Adjetivan y atacan.

Está de más decir que no es necesario ser “chavista” para hacer esta lectura y entender que las cosas están sucediendo de este modo. Sí puede ser necesario no haberse dejado roer las orejas con los juicios y prejuicios que tejen lo que se vierte disfrazado como “información sobre Venezuela”. Los grandes medios jamás dan información sobre Venezuela. Se toman siempre el trabajo de tamizar cualquier cosa que pase en Venezuela por el discurso hegemónico que, precisamente a partir de la figura de Hugo Chávez, ya ha parido su primer gran personaje de ficción. La información que recibimos es en su mayor parte ficcional. No nos es narrado lo que pasa, sino cada vez más una interpretación de lo que pasa, cuando pueden ser válidas otras interpretaciones.

La característica principal del pensamiento único, sea en materia económica y política, como actuó en los ‘90, o en materia mediática, como ahora, es suprimir e invisibilizar cualquier otra interpretación de la realidad.

Otra característica de las que se pueden apuntar de este fenómeno naciente y fácilmente verificable (los grandes medios de toda América latina y de España están sosteniendo uno de los dos nuevos relatos latinoamericanos): hay que “defender la democracia” de los “antidemocráticos” que llegan al poder por la vía de las urnas. Este sinsentido sólo es aplicable si los grandes medios lo cobijan, lo naturalizan, lo aplacan, lo menean, lo instalan. Pueden hacerlo. Tienen el poder suficiente para hacerlo, sobre todo en los países en los que juegan (no por ideología; por negocios) con las respectivas derechas. Tienen como palanca una lucha de principios del siglo XX que hoy es nada más que un gran mito: la libertad de prensa. El cliché del gobierno totalitario que censura a la prensa opositora pertenece al imaginario de la Guerra Fría. De eso puede seguir hablando Mirtha Legrand, que tiene miedo de que el mozo del restaurante la escuche hablar mal del Gobierno, pero pocos más adherirán a esa ficción tan evidente.

“¿Hay que ir? ¿Pase lo que pase después?” es una pregunta que desnuda, posiblemente por acto reflejo del pensamiento, por mecánica, el fondo turbio de un discurso que ya no le pertenece a la periodista que formula la pregunta y que no despierta ninguna reacción en los entrevistados. El “pase lo que pase después” lo que desnuda es la sospecha permanente, virósica, de la que el pensamiento único mediático no se desprende ni un instante. La necesita para hacer estallar en el aire cualquier intento de reestablecer condiciones normales de gobernabilidad. Desnuda todas las perennes salvedades que “el periodismo” no sólo le concede a los políticos; es más: los obliga a hablar desde las salvedades. Nunca habrá nada que no sea o bien negativo o bien positivo con una salvedad. Nunca habrá nada ante lo que no se extienda la sombra de la sospecha. El discurso único mediático está blindado ante la posibilidad de que las cosas no sean como el discurso afirma.

Si estamos inaugurando épocas y tendencias, puede decirse que ésta es la del pensamiento único mediático, y su fuerza contraria, la resistencia informativa.

Por Sandra Russo

No ganaron los otros, perdimos nosotros


El abogado laboralista hace autocrítica y dispara: “no supimos profundizar los cambios, no se redistribuyó la riqueza y no bajamos tanto como queríamos la desocupación y el trabajo en negro.” Sin embargo, se muestra optimista ante quienes presagian la muerte del peronismo y el revivir de la derecha. Impulsor de una asignación familiar para los desocupados, sintetiza sus proyectos legislativos en una frase: “Queremos salir de la legislación laboral de la dictadura”.

Para el diputado nacional Héctor Recalde (que renovará su mandato a partir del 10 de diciembre próximo) la derrota del kirchnerismo en las recientes elecciones legislativas no significa el principio del fin sino una advertencia de la sociedad al gobierno de Cristina. Por esta razón, este abogado laboralista y alma mater de la CGT en el Congreso es optimista de cara el futuro.

El 28 de junio, ¿la gente votó el modelo de un país sojero, en lugar del modelo de un país que saque a la gente de la pobreza y privilegie el trabajo?

El 28 de junio del ‘66 fue el golpe de Onganía y el 28 de junio de 2009 el golpe fue para nosotros. No coincido con el planteo. Creo que la sociedad nos dio un tirón de orejas. No ganaron los otros, perdimos nosotros. Esta es mi lectura, y respeto otras. La razón es que no supimos profundizar los cambios: no se redistribuyó la riqueza, no bajamos tanto como queríamos la desocupación y el trabajo en negro, que bajó pero no lo necesario. Ojo, que tampoco vamos a minimizar los logros, porque acá hubo un cambio copernicano en mayo de 2003, fundamentalmente para los trabajadores. Pero no alcanzó. Entonces, uno tiene que tomar lectura de lo que la ciudadanía votó. A mí no me gusta hablar de la gente, yo digo pueblo o ciudadanos o la sociedad, gente es posmoderno. Creo que es útil tomar enseñanzas de ese voto y ver cómo corregimos las conductas. Estoy absolutamente convencido de que no tengo que cambiar un solo ápice de mis convicciones, principios e ideales, pero sí la metodología, la intensidad. En ese sentido hay que avanzar más, con más profundidad y rapidez. Y soy optimista para el futuro, absolutamente.

¿Cómo percibe al actual bloque oficialista de Diputados? ¿Hay deserciones? ¿Qué alianzas prevé para la Cámara a partir del 10 de diciembre?

Estuve hablando con Agustín Rossi y el bloque está firme. Lo que va a quedar expuesto el 10 de diciembre, con la nueva integración de la Cámara, es que lo que dijeron en la campaña electoral los distintos sectores de oposición deberán concretarlo en hechos y actos. Porque es muy fácil hablar de la redistribución de la riqueza sin decir a quién le sacamos para darle a quién. Dicho así, es nada más que una afirmación retórica. Por eso, en la cancha se ven los pingos.

Algunos hablan de que no hay futuro para el kirchnerismo. Otros señalan que del 2003 para acá el kirchnerismo consolidó una franja electoral del 30%.

Yo lo que creo es que perdimos votos, aunque es cierto que se avanzó del 2003 en adelante. No hay que autoengañarnos, pero acá nadie murió. “Los muertos que van matando gozan de buena salud”, hay que decirles a algunos que están presagiando la muerte del kirchnerismo, del peronismo y el revivir de la derecha y los sectores económicos concentrados. Eso es lo que quisieran, pero me parece que se equivocan. Nosotros estamos vivitos y coleando, y además con mucha fuerza para recuperar lo que perdimos.

El kirchnerismo ¿sigue siendo la fuerza política que lleva la bandera de la defensa del Estado para intervenir en la economía y arbitrar ante el mercado en defensa de los más débiles?

Esa es la esencia del peronismo, que nació realmente para llegar a una sociedad más igualitaria. Por eso la defensa de los trabajadores, de los desposeídos como decía Evita. Esas son nuestras fuentes y en eso vamos a seguir peleando.

Hoy no resulta sencillo definir quién es peronista…

No basta cantar la marcha, no basta golpearse el pecho y gritar “Viva Perón”. Hay que actuar como peronista. Hay muchos que no sé si se tiñeron el pelo, pero no son peronistas. A mí no me pueden decir que Macri es peronista… El peronismo es un movimiento muy amplio con muchos sectores de opinión, pero hay que tener la esencia, que son las tres banderas. Si uno apoya el golpe a Honduras no puede ser peronista. Si uno no está por la redistribución de la riqueza, concretamente diciendo a quién se le saca para darle a quién, no es peronista. Si uno quiere seguir dependiendo del Fondo Monetario Nacional, no es peronista. Más que dar nombre y apellido, esos son datos concretos de lo que yo creo que es el posicionamiento peronista. Lo otro, solo sirve para engañar y confundir al pueblo.

Omar Plaini, en una entrevista para ZOOM, dijo que la CGT va a discutir la ley de contrato de trabajo para volver a la original de Norberto Centeno. Usted es autor de numerosas correcciones a la ley actual. ¿Puede ser posible, con esta coyuntura, que el movimiento obrero logre ese objetivo?

Eso es lo que hablamos con la CGT. Es más, el año pasado le hicimos un homenaje a Norberto Centeno el 7 de julio en la CGT y vinieron Néstor y Cristina. Además, yo fui compañero de trabajo de Centeno asesorando a los gastronómicos y él fue el númen de la ley de Contrato de Trabajo del año ’74. Y yo era un perejil, pero ayudaba. Mi eje, con relación a lo laboral, es salir de la legislación laboral de la dictadura. Te voy a contar una anécdota poco conocida: en las elecciones del ‘83 participé en los equipos políticos y me tocó redactar la parte laboral de la plataforma electoral del PJ. Más o menos, en términos generales, decía que no solamente por las razones de fondo, sino por un imperativo ético, la primera ley que iba a sancionar el gobierno (suponíamos que Luder ganaba) era derogar toda la legislación laboral de la dictadura, poner en vigencia la anterior y después se discutía cómo mejorarla. Queremos poner en vigencia la ley de Centeno. Lo vamos a trabajar con Plaini a partir del 10 de diciembre y ahora se va a enriquecer el trabajo con la presencia de Julio Piumato, que ya accede a la banca hasta fin de año en reemplazo de Jorge Coscia (que asumió como secretario de Cultura).

¿Van a trabajar para que quede constituido el Consejo Económico y Social con una ley del Congreso?

Es una vieja aspiración de la central obrera. Hay que tener mucha grandeza de los sectores empresarios para que no haya gatopardismo y pequeñeces. Creo que hay que ir a las fuentes y releer el acta de compromiso nacional de junio de 1973 para ver la riqueza y profundidad que tenía un acuerdo social como el que en aquel momento se firmó entre el movimiento obrero, el sector empresario y el gobierno. Entre José Gelbard (por el ministerio de Economía), José Rucci (por la CGT) y Julio Broner (por la CGE).

¿También la CGT va a trabajar el aumento de las asignaciones familiares y en el combate al trabajo en negro?

Yo tengo dos proyectos que me parecen muy trascendentes con relación al trabajo en negro y para buscar vías oblicuas para que baje. El primero se aprobó casi por unanimidad en Diputados y está en Senadores. Ojalá que los compañeros senadores se acuerden de que ya está y le metan manija. ¿De qué se trata? Pagarle subsidio por desempleo al trabajador en negro despedido. Lo protegemos, desincentivamos este tipo de contratación (que es un delito) y al mismo tiempo conseguimos algo que Perón decía: “la gente es buena y si uno la controla es mejor”. Hay un problema estructural del Estado argentino, que es la dificultad de controlar la aplicación de las leyes en cualquier materia. Esto lo escribí 10 días antes de Cromañón, que es un ejemplo paradigmático de lo que no debe suceder por falta de control. ¿Por qué digo eso? Cada compañero en negro despedido, que va al Ministerio de Trabajo a pedir que le paguen subsidio por desempleo, se convirtió en un inspector de policía de trabajo gratis y esta diciendo: “Ahí donde yo laburo hay trabajo en negro”.

¿Cuál es el otro proyecto?

El segundo, y aquí hay una diferencia con la CTA, es una asignación universal por hijos que nosotros la planteamos en dos etapas. La primera es que se le pague salario familiar a todos los trabajadores de la entidad privada que no lo perciben. ¿Quiénes son? Los que están en negro, porque los otros, como hay un fondo compensador, tienen el beneficio. El que está en blanco cobra siempre el salario de desempleado. Basta que el trabajador vaya con la fotocopia de la partida de nacimiento y firme en una declaración jurada y diciendo dónde labura para que se le pague el salario familiar por hijo, porque ahí tenemos otro más para ver dónde tenemos trabajo en negro. Otra vez tenemos inspector de policía de trabajo gratis. Cuando hayamos terminado esta etapa, entonces ahí vamos a asignación universal. Pero empecemos por esto, que tiene un valor agregado. Por eso digo que el combate contra el trabajo en negro tiene en mí a un peleador.

Roberto Koira

jueves, 23 de julio de 2009

Un mundo nuevo y cruel

Quintin-metsys : El Prestamista y su mujer
ENTREVISTA CON SYGMUNT BAUMAN

Un mundo nuevo y cruel
El sociólogo que sacudió a las ciencias sociales con su concepto de "modernidad líquida" advierte, en una entrevista exclusiva, que hay un temible divorcio entre poder y política, socios hasta hoy inseparables en el estado-nación. En todo el mundo, dice, la población se divide en barrios cerrados, villas miseria y quienes luchan por ingresar o no caer en uno de esos guetos. Aún no llegamos al punto de no retorno, dice con un toque de optimismo. How to spend it.... Cómo gastarlo. Ese es el nombre de un suplemento del diario británico Financial Times. Ricos y poderosos lo leen para saber qué hacer con el dinero que les sobra. Constituyen una pequeña parte de un mundo distanciado por una frontera infranqueable. En ese suplemento alguien escribió que en un mundo en el que "cualquiera" se puede permitir un auto de lujo, aquellos que apuntan realmente alto "no tienen otra opción que ir a por uno mejor..." Esta cosmovisión le sirvió a Zygmunt Bauman para teorizar sobre cuestiones imprescindibles y así intentar comprender esta era. La idea de felicidad, el mundo que está resurgiendo después de la crisis, seguridad versus libertad, son algunas de sus preocupaciones actuales y que explica en sus recientes libros: Múltiples culturas, una sola humanidad (Katz editores) y El arte de la vida (Paidós). "No es posible ser realmente libre si no se tiene seguridad, y la verdadera seguridad implica a su vez la libertad", sostiene desde Inglaterra por escrito. Bauman nació en Polonia pero se fue expulsado por el antisemitismo en los 50 y recaló en los 60 en Gran Bretaña. Hoy es profesor emérito de la Universidad de Leeds. Estudió las estratificaciones sociales y las relacionó con el desarrollo del movimiento obrero. Después analizó y criticó la modernidad y dio un diagnóstico pesimista de la sociedad. Ya en los 90 teorizó acerca de un modo diferente de enfocar el debate cuestionador sobre la modernidad. Ya no se trata de modernidad versus posmodernidad sino del pasaje de una modernidad "sólida" hacia otra "líquida". Al mismo tiempo y hasta el presente se ocupó de la convivencia de los "diferentes", los "residuos humanos" de la globalización: emigrantes, refugiados, parias, pobres todos. Sobre este mundo cruel y desigual versó este diálogo con Bauman. Uno de sus nuevos libros se llama Múltiples culturas, una sola humanidad . ¿Hay en este concepto una visión "optimista" del mundo de hoy? Ni optimista ni pesimista... Es sólo una evaluación sobria del desafío que enfrentamos en el umbral del siglo XXI. Ahora todos estamos interconectados y somos interdependientes. Lo que pasa en un lugar del globo tiene impacto en todos los demás, pero esa condición que compartimos se traduce y se reprocesa en miles de lenguas, de estilos culturales, de depósitos de memoria. No es probable que nuestra interdependencia redunde en una uniformidad cultural. Es por eso que el desafío que enfrentamos es que estamos todos, por así decirlo, en el mismo barco; tenemos un destino común y nuestra supervivencia depende de si cooperamos o luchamos entre nosotros. De todos modos, a veces diferimos mucho en algunos aspectos vitales. Tenemos que desarrollar, aprender y practicar el arte de vivir con diferencias, el arte de cooperar sin que los cooperadores pierdan su identidad, a beneficiarnos unos de otros no a pesar de, sino gracias a nuestras diferencias. Es paradójico, pero mientras se exalta el libre tránsito de mercancías, se fortalecen y construyen fronteras y muros. ¿Cómo se sobrevive a esta tensión? Eso sólo parece ser una paradoja. En realidad, esa contradicción era algo esperable en un planeta donde las potencias que determinannuestra vida, condiciones y perspectivas son globales, pueden ignorar las fronteras y las leyes del estado, mientras que la mayor parte de los instrumentos políticos sigue siendo local y de una completa inadecuación para las enormes tareas a abordar. Fortificar las viejas fronteras y trazar otras nuevas, tratar de separarnos a "nosotros" de "ellos", son reacciones naturales, si bien desesperadas, a esa discrepancia. Si esas reacciones son tan eficaces como vehementes es otra cuestión. Las soberanías locales territoriales van a seguir desgastándose en este mundo en rápida globalización. Hay escenas comunes en Ciudad de México, San Pablo, Buenos Aires: de un lado villas miseria; del otro, barrios cerrados. Pobres de un lado, ricos del otro. ¿Quiénes quedan en el medio? ¿Por qué se limita a las ciudades latinoamericanas? La misma tendencia prevalece en todos los continentes. Se trata de otro intento desesperado de separarse de la vida incierta, desigual, difícil y caótica de "afuera". Pero las vallas tienen dos lados. Dividen el espacio en un "adentro" y un "afuera", pero el "adentro" para la gente que vive de un lado del cerco es el "afuera" para los que están del otro lado. Cercarse en una "comunidad cerrada" no puede sino significar también excluir a todos los demás de los lugares dignos, agradables y seguros, y encerrarlos en sus barrios pobres. En las grandes ciudades, el espacio se divide en "comunidades cerradas" (guetos voluntarios) y "barrios miserables" (guetos involuntarios). El resto de la población lleva una incómoda existencia entre esos dos extremos, soñando con acceder a los guetos voluntarios y temiendo caer en los involuntarios. ¿Por qué se cree que el mundo de hoy padece una inseguridad sin precedentes? ¿En otras eras se vivía con mayor seguridad? Cada época y cada tipo de sociedad tiene sus propios problemas específicos y sus pesadillas, y crea sus propias estratagemas para manejar sus propios miedos y angustias. En nuestra época, la angustia aterradora y paralizante tiene sus raíces en la fluidez, la fragilidad y la inevitable incertidumbre de la posición y las perspectivas sociales. Por un lado, se proclama el libre acceso a todas las opciones imaginables (de ahí las depresiones y la autocondena: debo tener algún problema si no consigo lo que otros lograron ); por otro lado, todo lo que ya se ganó y se obtuvo es nuestro "hasta nuevo aviso" y podría retirársenos y negársenos en cualquier momento. La angustia resultante permanecería con nosotros mientras la "liquidez" siga siendo la característica de la sociedad. Nuestros abuelos lucharon con valentía por la libertad. Nosotros parecemos cada vez más preocupados por nuestra seguridad personal... Todo indica que estamos dispuestos a entregar parte de la libertad que tanto costó a cambio de mayor seguridad. Esto nos llevaría a otra paradoja. ¿Cómo maneja la sociedad moderna la falta de seguridad que ella misma produce? Por medio de todo tipo de estratagemas, en su mayor parte a través de sustitutos. Uno de los más habituales es el desplazamiento/trasplante del terror a la globalización inaccesible, caótica, descontrolada e impredecible a sus productos: inmigrantes, refugiados, personas que piden asilo. Otro instrumento es el que proporcionan las llamadas "comunidades cerradas" fortificadas contra extraños, merodeadores y mendigos, si bien son incapaces de detener o desviar las fuerzas que son responsables del debilitamiento de nuestra autoestima y actitud social, que amenazan con destruir. En líneas más generales: las estratagemas más extendidas se reducen a la sustitución de preocupaciones sobre la seguridad del cuerpo y la propiedad por preocupaciones sobre la seguridad individual y colectiva sustentada o negada en términos sociales. ¿Hay futuro? ¿Se puede pensarlo? ¿Existe en el imaginario de los jóvenes? El filósofo británico John Gray destacó que "los gobiernos de los estados soberanos no saben de antemano cómo van a reaccionar los mercados (...) Los gobiernos nacionales en la década de 1990 vuelan a ciegas." Gray no estima que el futuro suponga una situación muy diferente. Al igual que en el pasado, podemos esperar "una sucesión de contingencias, catástrofes y pasos ocasionales por la paz y la civilización", todos ellos, permítame agregar, inesperados, imprevisibles y por lo general con víctimas y beneficiarios sin conciencia ni preparación. Hay muchos indicios de que, a diferencia de sus padres y abuelos, los jóvenes tienden a abandonar la concepción "cíclica" y "lineal" del tiempo y a volver a un modelo "puntillista": el tiempo se pulveriza en una serie desordenada de "momentos", cada uno de los cuales se vive solo, tiene un valor que puede desvanecerse con la llegada del momento siguiente y tiene poca relación con el pasado y con el futuro. Como la fluidez endémica de las condiciones tiene la mala costumbre de cambiar sin previo aviso, la atención tiende a concentrarse en aprovechar al máximo el momento actual en lugar de preocuparse por sus posibles consecuencias a largo plazo. Cada punto del tiempo, por más efímero que sea, puede resultar otro "big bang", pero no hay forma de saber qué punto con anticipación, de modo que, por las dudas, hay que explorar cada uno a fondo. Es una época en la que los miedos tienen un papel destacado. ¿Cuáles son los principales temores que trae este presente? Creo que las características más destacadas de los miedos contemporáneos son su naturaleza diseminada, la subdefinición y la subdeterminación, características que tienden a aparecer en los períodos de lo que puede llamarse un "interregno". Antonio Gramsci escribió en Cuadernos de la cárcel lo siguiente: "La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer: en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos". Gramsci dio al término "interregno" un significado que abarcó un espectro más amplio del orden social, político y legal, al tiempo que profundizaba en la situación sociocultural; o más bien, tomando la memorable definición de Lenin de la "situación revolucionaria" como la situación en la que los gobernantes ya no pueden gobernar mientras que los gobernados ya no quieren ser gobernados, separó la idea de "interregno" de su habitual asociación con el interludio de la trasmisión (acostumbrada) del poder hereditario o elegido, y lo asoció a las situaciones extraordinarias en las que el marco legal existente del orden social pierde fuerza y ya no puede mantenerse, mientras que un marco nuevo, a la medida de las nuevas condiciones que hicieron inútil el marco anterior, está aún en una etapa de creación, no se lo terminó de estructurar o no tiene la fuerza suficiente para que se lo instale. Propongo reconocer la situación planetaria actual como un caso de interregno. De hecho, tal como postuló Gramsci, "lo viejo está muriendo". El viejo orden que hasta hace poco se basaba en un principio igualmente "trinitario" de territorio, estado y nación como clave de la distribución planetaria de soberanía, y en un poder que parecía vinculado para siempre a la política del estado-nación territorial como su único agente operativo, ahora está muriendo. La soberanía ya no está ligada a los elementos de las entidades y el principio trinitario; como máximo está vinculada a los mismos pero de forma laxa y en proporciones mucho más reducidas en dimensiones y contenidos. La presunta unión indisoluble de poder y política, por otro lado, está terminando con perspectivas de divorcio. La soberanía está sin ancla y en flotación libre. Los estados-nación se encuentran en situación de compartir la compañía conflictiva de aspirantes a, o presuntos sujetos soberanos siempre en pugna y competencia, con entidades que evaden con éxito la aplicación del hasta entonces principio trinitario obligatorio de asignación, y con demasiada frecuencia ignorando de manera explícita o socavando de forma furtiva sus objetos designados. Un número cada vez mayor de competidores por la soberanía ya excede, si no de forma individual sin duda de forma colectiva, el poder de un estado-nación medio (las compañías comerciales, industriales y financieras multinacionales ya constituyen, según Gray, "alrededor de la tercera parte de la producción mundial y los dos tercios del comercio mundial"). La "modernidad líquida", como un tiempo donde las relaciones sociales, económicas, discurren como un fluido que no puede conservar la forma adquirida en cada momento, ¿tiene fin? Es difícil contestar esa pregunta, no sólo porque el futuro es impredecible, sino debido al "interregno" que mencioné antes, un lapso en el que virtualmente todo puede pasar pero nada puede hacerse con plena seguridad y certeza de éxito. En nuestros tiempos, la gran pregunta no es "¿qué hace falta hacer?", sino "¿quién puede hacerlo?" En la actualidad hay una creciente separación, que se acerca de forma alarmante al divorcio, entre poder y política, los dos socios aparentemente inseparables que durante los dos últimos siglos residieron –o creyeron y exigieron residir– en el estado nación territorial. Esa separación ya derivó en el desajuste entre las instituciones del poder y las de la política. El poder desapareció del nivel del estado nación y se instaló en el "espacio de flujos" libre de política, dejando a la política oculta como antes en la morada que se compartía y que ahora descendió al "espacio de lugares". El creciente volumen de poder que importa ya se hizo global. La política, sin embargo, siguió siendo tan local como antes. Por lo tanto, los poderes más relevantes permanecen fuera del alcance de las instituciones políticas existentes, mientras que el marco de maniobra de la política interna sigue reduciéndose. La situación planetaria enfrenta ahora el desafío de asambleas ad hoc de poderes discordantes que el control político no limita debido a que las instituciones políticas existentes tienen cada vez menos poder. Estas se ven, por lo tanto, obligadas a limitar de forma drástica sus ambiciones y a "transferir" o "tercerizar" la creciente cantidad de funciones que tradicionalmente se confiaba a los gobiernos nacionales a organizaciones no políticas. La reducción de la esfera política se autoalimenta, así como la pérdida de relevancia de los sucesivos segmentos de la política nacional redunda en el desgaste del interés de los ciudadanos por la política institucionalizada y en la extendida tendencia a reemplazarla con una política de "flotación libre", notable por su carácter expeditivo, pero también por su cortoplacismo, reducción a un único tema, fragilidad y resistencia a la institucionalización. ¿Cree que esta crisis global que estamos padeciendo puede generar un nuevo mundo, o al menos un poco diferente? Hasta ahora, la reacción a la "crisis del crédito", si bien impresionante y hasta revolucionaria, es "más de lo mismo", con la vana esperanza de que las posibilidades vigorizadoras de ganancia y consumo de esa etapa no estén aún del todo agotadas: un esfuerzo por recapitalizar a quienes prestan dinero y por hacer que sus deudores vuelvan a ser confiables para el crédito, de modo tal que el negocio de prestar y de tomar crédito, de seguir endeudándose, puedan volver a lo "habitual". El estado benefactor para los ricos volvió a los salones de exposición, para lo cual se lo sacó de las dependencias de servicio a las que se había relegado temporalmente sus oficinas para evitar comparaciones envidiosas. Pero hay individuos que padecen las consecuencias de esta crisis de los que poco se habla. Los protagonistas visibles son los bancos, las empresas... Lo que se olvida alegremente (y de forma estúpida) en esa ocasión es que la naturaleza del sufrimiento humano está determinada por la forma en que las personas viven. El dolor que en la actualidad se lamenta, al igual que todo mal social, tiene profundas raíces en la forma de vida que aprendimos, en nuestro hábito de buscar crédito para el consumo. Vivir del crédito es algo adictivo, más que casi o todas las drogas, y sin duda más adictivo que otros tranquilizantes que se ofrecen, y décadas de generoso suministro de una droga no pueden sino derivar en shock y conmoción cuando la provisión se detiene o disminuye. Ahora nos proponen la salida aparentemente fácil del shock que padecen tanto los drogadictos como los vendedores de drogas: la reanudación del suministro de drogas. Hasta ahora no hay muchos indicios de que nos estemos acercando a las raíces del problema. En el momento en que se lo detuvo ya al borde del precipicio mediante la inyección de "dinero de los contribuyentes", el banco TSB Lloyds empezó a presionar al Tesoro para que destinara parte del paquete de ahorro a los dividendos de los accionistas. A pesar de la indignación oficial, el banco procedió impasible a pagar bonificaciones cuyo monto obsceno llevó al desastre a los bancos y sus clientes. Por más impresionantes que sean las medidas que los gobiernos ya tomaron, planificaron o anunciaron, todas apuntan a "recapitalizar" los bancos y permitirles volver a la "actividad normal": en otras palabras, a la actividad que fue la principal responsable de la crisis actual. Si los deudores no pudieron pagar los intereses de la orgía de consumo que el banco inspiró y alentó, tal vez se los pueda inducir/obligar a hacerlo por medio de impuestos pagados al estado. Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad de consumo y crédito. La "vuelta a la normalidad" anuncia una vuelta a las vías malas y siempre peligrosas. De todo modos todavía no llegamos al punto en que no hay vuelta atrás; aún hay tiempo (poco) de reflexionar y cambiar de camino; todavía podemos convertir el shock y la conmoción en algo beneficioso para nosotros y para nuestros hijos.
Por: Héctor Pavón Traduccion: Joaquin Ibarburu

miércoles, 22 de julio de 2009

TRIUNFO DE LA VIRTUALIDAD

LA MAS GRANDE PATRAÑA DE LA HISTORIA: EL TRIUNFO DE LA VIRTUALIDAD ABSOLUTA.



Hacia mediados de los noventa llamé a mi buen amigo Jean Baudrillard.
Sabía que no andaba bien, pero todavía le quedaba una gran misión.
Le correspondía a él. Yo había desarrollado una tesis sobre el poder de los medios para sujetar a los sujetos, que era una fórmula de Foucault. Pero el gran Michel no pudo tratar a fondo la cuestión del poder de los medios. Murió un poco abruptamente. Mi trabajo residía en demostrar que lo comunicacional era la revolución de la derecha, que no existía revolución que se le igualara en mucho tiempo. Miren, señores, hemos desarrollado un dispositivo tan poderoso que
atraparemos sus conciencias en todos los terrenos posibles. En especial, los del entretenimiento.
Pero, ¡esto ya había ocurrido!
La Revolución Comunicacional (vale decir: el poder del Imperio para mentir tan poderosamente que esa mentira era la verdad y se introducía en las subjetividades de los pasivos receptores como tal) había tenido un despegue increíble.
¡Tan espectacular, tan deslumbrante como un viaje a la Luna!
Y fue el viaje a la Luna. La más grande patraña de la Historia. El que siga sosteniendo que no fue así, que no fue fraguado, que no fue virtualidad pura, creación del poder virtual, del arte del simulacro, del arte de crear la realidad, una realidad que no es real porque no tiene espesor, no es ontológica, no entenderá nada.
Lo virtual no es el Ser. Es lo virtual. ¿Cómo un alma creativa puede resistirse a esta tesis?
Que llegaron a la Luna en otro acto prometeico de la bendita modernidad no es más que otro cuento en la línea de la revolución industrial del siglo XIX, la máquina de vapor, el tren, el remington. No, esto es algo distinto, revolucionario. Lo sorprendente, lo que revela la nueva y renovada fuerza del poder, incluso su imaginación inagotable es... ¡que no fueron a la Luna! Hicieron así: llamaron a Werner von Braun, el sabio nacionalsocialista que estuvo a punto de ganar la guerra para Hitler, que alcanzó a tirar unas cuantas V2 sobre Londres pero los yanquis se le adelantaron con la atómica en Hiroshima.
Pero no por eso olvidaron a Wernher. Lo llamaron: -Vea, von Braun, usted es muy inteligente y ahora necesitamos unirnos todos contra el nuevo enemigo del Occidente cristiano y democrático: los sucios rojos, le dijo Henry Kissinger, que estuvo en todos los lados donde hubo que estar.
El Mal es omnipresente. Kissinger continuó: -Usted sabe que los rojos nos infligieron una dura derrota con ese Sputnik que arrojaron al espacio. Para colmo, la tripulante, esa puta perrita Laika, murió y todo el mundo derramó lágrimas comunistas por ella.
-¿Qué necesitan ahora?, preguntó Wernher.
-Sencillo: mandar el hombre a la Luna, dijo Kissinger.
-No es posible, negó el gran von Braun.
-Estuve trabajando en eso y por ahora es imposible. Pero no se
desanime, amigo Kissinger.
Y largó una carcajada. -¿De qué se ríe?, preguntó Kissinger.
-Oh, de las vueltas de la vida, confesó von Braun.
-Aquí estamos usted y yo trabajando para una potencia extranjera. Usted, un sucio judío. Yo, un ario puro. De haberlo pescado en Alemania le hacía conocer Auschwitz, amigo Kissinger.
-Pero eso no ocurrió. Y entienda: América, para mí, no es una potencia extranjera. Es un país poblado por muchos e inteligentes judíos en puestos de poder.
-Oh, mister Kissinger. Judío inteligente’ es un pleonasmo. No hay uno que no lo sea. Por eso los exterminábamos en Alemania. Se devoraban el país y los arios puros son medio idiotas, usted sabe. Ha leído a Nietzsche, sin duda.
-Volvamos a lo nuestro, Wernher von. De modo que no puede mandarnos ni un maldito astronauta a la Luna.
-Imposible por ahora. ¿Pero no es éste el país del show, del espectáculo, de la creación mediática? ¡Consígame a Stanley Kubrick!
Al día siguiente, Kubrick se reunía con von Braun. -Oye, Stanley, yo no puedo mandar todavía un hombre a la Luna y los malditos soviéticos siguen al frente en la carrera espacial. ¿Qué sugieres?
Kubrick, un genio con una enorme confianza en su genio, un genio que sabía que lo era, dice: -La solución es sencilla: hagamos una remake de 2001.
-Hagamos otra Odisea del espacio. Pero en algún lugar secreto de California. Llaman a Nixon. Nixon entiende de inmediato.
Hombre inteligente, sólo acaso con un ultrapatológico -complejo deDios que le permitía arrojar millares de bombas sobre cientos de milesde seres humanos en nombre de la causa del Occidente cristiano, bien acompañado, por cierto, por Robert McNamara (cuya muerte durante estos
días el entero mundo llora menos los millones que están bajo tierra gracias a su eficacia demoledora llevada a cabo con el aporte inestimable del patriótico asesino de masas Curtis Le May), Nixon respalda en todo al genial Stanley Kubrick y al inestimable von Braun. Viajan a California y llaman a todo el equipo de producción de 2001. En poco tiempo el set está construido. Es una obra maestra. Lo demás es sencillo. Eso hicieron: un simulacro perfecto. La primera obra maestra de la construcción de la realidad a partir de los medios. Todos vieron por televisión a Armstrong y sus amigos alunizar en un set de California. Nixon hablaba con ellos.
-¿Cómo va todo, muchachos? -Bien, señor presidente. Es maravilloso haber llegado a la Luna. Nixon, que estaba junto a von Braun, a Kubrick y a McNamara –que había dejado por un instante de arrojar bombas incendiarias sobre Vietnam, bombas que mataban cien mil civiles por noche, una minucia—, se despanzurraba de risa.
-“¡Somos unos hijos de perra!, exclamaba. -¡Tenemos engañados a todos los idiotas de este mundo! Kubrick, exaltado, vociferaba: -¡Es el triunfo del show sobre la realidad! La realidad ha sido abolida. Ha muerto. No hay realidad. Sólo construcción de la realidad. Sólo show. Simulacro. Mentira. ¡Ya no hay ser! Las cosas ya no son. Son virtuales. Se ven por televisión y el entero mundo las cree. Era tan brillante ese ególatra neurótico que se expresaba con los conceptos de Baudrillard antes de éste siquiera los hubiera pensado. Por eso a mediados de los noventa llamé a mi amigo francés. Era él quien tendría que haber fundamentado la importancia de ese hecho: Del poderoso hecho de no-haber-ido-a-la-Luna.
¡Que libro para vos, Jean! El viaje a la Luna no ha tenido lugar. Armstrong no ha tenido lugar. Yo te conocía bien. Te leí atentamente. Fuiste el mejor de los posmodernos. El que dio en el clavo del nuevo poder absoluto. Te pusiste contento cuando te mandé mis primeras notas, que luego incluí en ese grueso libro de filosofía que ahora anda por ahí. ¿Recuerdas, Jean? Decía: -Según la Ontología Negativa de Baudrillard el Ser está en todas partes y en ninguna. No puede haber ontología de lo virtual (...) Al final de su largo periplo la razón occidental no es. Se ha evaporado. Es simulacro. Y el simulacro no tiene nada que ver con el Ser. El mundo está poblado, constituido por imágenes y las imágenes son el ‘mundo’. No hay ‘mundo’. El ‘mundo’ ha muerto. Porque el mundo era el mundo ‘real’. Y lo ‘real’ ha muerto. (La filosofía y el barro de la historia, Planeta, p. 720).
¿Cómo no aprovechaste este tema, Jean? Es el punto exacto en que se inaugura el mundo de lo virtual. En que se asesina la realidad. Eso que vos, en uno de tus mejores libros, llamaste El crimen perfecto. Bien, el llamado viaje a la Luna es el crimen perfecto. El crimen de la realidad. El crimen de la verdad. De una verdad, pero no de otra. El mundo queda inaugurado como mundo virtual. Como verdad virtual. Se ve por televisión.
Señores, ustedes no fueron a la Luna y eso me parece mucho más admirable que si mediocremente, realmente, sumidos en la tosca realidad-real hubieran ido.
Pero no fueron. Crearon todo el gran relato. Demostraron que la entera humanidad puede ser engañada. Crearon la nueva era. La del poder de lo virtual mediático. Hoy vivimos inmersos en ese mundo. Y van a ver: el señor De Narváez (y perdón por esta recurrencia a nuestra exigua política nacional en medio de tanta genialidad desbocada) dará, en el año 2011, su discurso de final de campaña desde Saturno.
Con traje de astronauta y en medio de llamaradas espectaculares. Superiores a las de Lo que el viento se llevó. Y todo lo habrán hecho los realizadores de Matrix en un set remoto, inhallable de la Patagonia. Y todos dirán: -Si este hombre pudo ir a Saturno, ¿cómo no va a sacar a la Argentina de su eterna postergación? Entre tanto, millones de clones de De Narváez recorrerán el país hablando cálidamente con la gente, escuchando sus problemas.
Y la gente dirá: -Este hombre está en todas partes. Escucha a todos. Entra en todos los hogares. Y alguien, por fin, dirá la verdad: -Para mí, es Dios. Y lo será.
Porque el que se apodere de la nuevas tecnologías comunicacionales, será Dios.

Por José Pablo Feinmann - Pagina 12/20 de julio de 2009

Octavio Getino habla sobre la Ley de medios

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