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sábado, 28 de febrero de 2009

Hay que devolverle el Estado a la Nación



Carta Abierta del Senador de la Nación Eric Calcagno


Hay que devolverle el Estado
a la Nación

Estado bobo, ciego, complice, Estado inútil, enorme en sus flacuras... Estado que muestra a cada paso sus limitaciones y sus tiempos, alejado de las urgencias de la ciudadanía... turnos eternos en los hospitales públicos y trámites kafkianos en la administración, apenas dos ejemplos.. Pero, ¿Y si fuese que el funcionamiento de este Estado es el resultado normal y esperable que corresponde a los lineamientos con los que fue diseñado en los últimos tres decenios del siglo pasado?
Ubiquémonos en el contexto anterior. La Argentina tenía distintos grados de funcionamiento, que iban de lo bueno a lo pésimo, según fueran los estratos de población concernidos. De los 40 millones de habitantes, todo iba muy bien para 3 millones, que vivían y siguen viviendo como la clase alta de los países desarrollados. Para los siguientes 7 millones, las cosas transcurrían bastante bien: creian que 1 dólar era igual a 1 peso, viajaban a Miami y no quisieron enterarse que habían desaparecido las personas y el Estado. A su vez, 10 millones de personas miraban a esa sociedad del espectáculo, frivolizada, mediática, con la esperanza de incorporarse algún día a los grupos privilegiados y con mucha más envidia que asco.
Pero afuera quedaban 20 millones de habitantes excluídos: era el 46% de pobres sobre el total de la población (de los cuales el 19% era indigente), el 22% de la población económicamente activa desocupada, el 40% de la población sin seguridad social.
Durante el régimen militar (1976-1983) y el menemismo-delarruismo (1989-2001), uno de los principales ejes de la acción del Estado fue el resguardo de esta desigual distribución del ingreso y de la riqueza. Por una parte, había que mantener los mecanismos de distribución injusta del ingreso y la riqueza que beneficiaban a los 20 millones de arriba; y por la otra, impedir la protesta de los 20 millones de abajo. Para eso se utilizó la represión en el régimen militar y la desvirtuación de la conciencia nacional durante el menemismo y el delarruismo, que además consumó el derrumbe, por inercia.
El modelo neoliberal fracasó no porque el Estado que diseñó a tales fines no lo sostuviera hasta el final, sino porque sus propias contradicciones económicas lo convertían en inviable y pernicioso. Un esquema basado en el endeudamiento tenía que caer cuando ya nadie prestara más. Que fue lo que sucedió.
El 2003
Llegamos al 2003. La transformación del país era una cuestión de supervivencia nacional. Había síntomas de disolución nacional: circulaban 14 monedas, la desocupación era del 22% y la pobreza del 46%, a la política económica la fijaba el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central carecía de reservas. Era imperioso transformar la realidad y ante todo había que integrar a la Nación a los 20 millones de personas que estaban afuera. En eso debía concentrarse la acción pública. No era una novedad histórica, ya que cambios de análoga magnitud los realizaron en la posguerra los principales países industriales: por la acción estatal, Estados Unidos logró la hegemonía mundial; Alemania, no hace tanto, instrumentó la unidad nacional; Francia aceleró el desarrollo, la homogeneidad social y la construcción europea; y Japón recuperó la independencia nacional y convirtió al país en potencia mundial.
Pero en la Argentina existía un problema adicional: al mismo tiempo que se utilizaba al Estado para transformar al país, había que reformarlo en profundidad para que fuera apto para esa nueva tarea. Durante muchos años lo habían desvirtuado y utilizado para resguardar y elevar el bienestar de los 20 millones de integrados y para mantener a raya a los 20 millones de des-integrados. Estábamos en una sociedad dual, de pobres y ricos con fuertes muros de contención; dos de los más importantes eran la represión y los medios de comunicación. Los ricos tenían trabajo o rentas, y era distintos sus consumos de salud, de medicamentos, de comida, de justicia, de educación, de música, de cultura, de sistema de representaciones y de mitos.
Los incluidos eran habitantes de primera, los excluídos, de segunda; y la diferencia era abismal, tanto en cantidad como en calidad (comenzando por la cantidad y calidad de vida). Esta terrible división entre quienes están dentro de la sociedad y que se benefician de los servicios del Estado, y los que están afuera y no se benefician. Su superación constituye el meollo de la actual política argentina. La única forma de instrumentar esa transformación es mediante la acción del Estado; pero el Estado fue manipulado para que no sirviera a esos fines sino a los opuestos; es decir, para consolidar la dominación que ejercían los incluidos; era un Estado que discriminaba en contra de los excluidos. Por eso, su reorientación y rehabilitación es una necesidad histórica.
Del 2003 en adelante
La tarea emprendida desde 2003 se dirigió en lo fundamental a integrar a los 20 millones de excluidos, lo cual es muy difícil. La tarea comenzó con una polìtica de crecimiento económico, que llevó a que el PIB creciera al 9% anual durante 5 años, a que la inversión se elevara del 12 al 24%, a que la desocupación bajara del 22% al 7,8%, a que la pobreza descendiera del 46% al 25%. Con ello, 3,5 millones de personas consiguieron empleo, el trabajo “en negro” descendió del 43% de la población económicamente activa en 2004 al 36,5% en 2008; y los salarios superaron en promedio los niveles de 2001.
Hay algunas preguntas básicas que estructuran la cuestión económica, vinculadas a la acumulación, a la producción y a la distribución de bienes y servicios: ¿quién genera la riqueza?, ¿quién se queda con esa riqueza? y ¿qué hace con esa riqueza? Lo curioso es que las respuestas a esas preguntas no son económicas sino políticas, y quien instrumenta la respuesta a esas preguntas... es quien detenta el poder del Estado. De allí la necesidad, para los grupos de poder tradicionales, en obliterar el Estado en sus funciones, en destruir el Estado como estratega del desarrollo y garante de los derechos sociales y bienes públicos esenciales. De allí la necesidad, según las épocas, de desaparecer primero y cooptar después los cuadros políticos de la transformación, así como la destrucción de las empresas públicas, verdaderos instrumentos de acción económica directa. El caso de Aerolíneas es paradigmático: de privatización señera a saqueo permanente, hasta la recuperación de un servicio público que tiene que estar al servicio del desarrollo nacional. ¡Pero como ha costado!
Conclusiones
Tal vez aquí está el meollo de los actuales conflictos. Irigoyen cae porque la oligarquía quería gerenciar la salida de la crisis de 1929 en provecho propio; el primer peronismo cae cuando la parte de los asalariados en el ingreso trepó hasta más del 50%. Ahora, la participación de los asalariados en la distribución de la riqueza subió 9 puntos porcentuales en tres años, lo que disminuyó en igual medida la retribución del capital. En ese contexto es posible leer la crisis del campo como la articulación de los sectores de poder tradicionales para mandar un mensaje claro: no se tolera más la distribución del ingreso hacia los 20 millones de excluidos, el Estado no está para integrarlos, sino para contenerlos o reprimirlos. Ya vimos cómo rechazó con cortes de ruta y desabastecimiento una ley redistributiva que gravaba ganancias extraordinarias: viejas ideas, fuertes medios y marcar la cancha y continuar con el desprestigio destituyente. Nada menos.
Así como el Estado oligárquico de la argentina agroexportadora no se bancó el sufragio universal de Irigoyen, ni el Estado de la década infame podía responder a las necesidades de la época peronista, el Estado represor del gobierno militar y el desguazado Estado neoliberal de 1989-2001 no sirven para incorporar a los 20 millones de excluidos. Por eso habrá que reformarlo a fondo, al mismo tiempo que se utiliza lo que se tiene para transformar la realidad. No se trata de etapas sucesivas, sino de complejas operaciones simultáneas.
Si logramos incorporar de pleno derecho a los 20 millones de ciudadanos hoy excluidos, en la producción, distribución y consumo, es toda la sociedad y la realidad argentina que va a cambiar, desde su andamiaje político y jurídico hasta sus estructuras tecnico-economicas. Pero es esencial crear el Estado correspondiente a esa necesidad histórica. Es la esencia de este proyecto político, con vocación de poder transformadora. Hay que devolverle el Estado a la Nación.
Senador Nacional Eric Calcagno

EL ENEMIGO PRINCIPAL




El domingo 1º de marzo “Todos al Congreso”

A escuchar la palabra de la compañera Cristina Fernández

presidenta de todos los argentinos

en la apertura del período 127º de sesiones ordinarias

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EL ENEMIGO PRINCIPAL (polémica)

Por Norberto Galasso *


En Página/12, el 17 de febrero último, el compañero Luis Brunati se suma a la polémica que venimos desarrollando acerca de si Proyecto Sur debe atacar frontalmente y con todo furor al Gobierno, considerándolo el enemigo principal, como lo está haciendo (Pino dice: “Kirchner es perverso”, “traidor”, “el Gobierno es antinacional y antipopular”, “Scalabrini Ortiz y Jauretche habrían visto con simpatía esta protesta rural”, “Scalabrini no estaría en Carta Abierta”, etc.) o si, en cambio, corresponde una crítica lateral, reconociendo aciertos –empujando, para profundizarlos– y señalando errores. Aquí reside el aspecto central de la discusión: quién es el enemigo principal, que ahora retoma Brunati.

Le contesto: lea el compañero Luis el diario La Nación, mire los noticiosos de TN, observe la perversidad de la casi totalidad del periodismo televisivo y la opinión de la casi totalidad de la dirigencia que aparece en “los medios” –ferozmente opositora al Gobierno– y se convencerá de que no puede coincidir con ellos. López Murphy, Carrió, Escribano, Grondona, la Mesa de Enlace agropecuaria, Longobardi y tantos otros saben bien quién es “el enemigo principal de ellos” y en este momento le apuntan agresivamente, con burlas y saña, al kirchnerismo. Por tanto, Luis, éste no puede ser, al mismo tiempo, el enemigo principal de Proyecto Sur.

Esta gente antinacional y antipopular pretendió “desgastar” al Gobierno, quiso voltearlo con un cacerolazo, logró debilitarlo con sus cortes de ruta, se apropió del cerebro de gran parte de los sectores medios reverdeciendo el gorilismo, apelando al racismo “anticabecita”, al machismo –incluso al “machismo de las mujeres”– ensañándose con Cristina y ahora intenta organizar algo parecido a la Unión Democrática, aunque en dos alas. Una, la liberal-oligárquica de Carrió –UCR en declinación conservadora, traidores como Cobos y hombres de paja del imperio como “el Bulldog”, con el aporte de la hija de Pepe Estensoro y la prepotencia aristocrática de una Bullrich Luro Pueyrredón, renegada de sus osadías juveniles. La otra, la monstruosa degeneración de un sector del peronismo, que retoma la línea menemista-duhaldista, con millonarios como De Narváez, oportunistas como Solá y el fantasma del viejo Pinedo resurrecto en su nieto. Todos ellos, juntos o separados, se esmeran por bajar el telón sobre la experiencia de Néstor y Cristina. A su vez, Fidel, Chávez, Lula, Evo y Correa no quieren que esto ocurra porque consideran a la pareja como compañeros del hundimiento del ALCA y de la necesaria reunificación de América latina con Banco del Sur, moneda latinoamericana y comité de defensa ante cualquier prepotencia imperialista.

De esto no hay duda alguna. Vos me decís en tu artículo que también son enemigos Bunge y Born, Urquía, la Aceitera General Deheza, Monsanto, etc., ¡qué duda cabe! Sólo que el diputado de Proyecto Sur votó a favor de esos intereses sojeros contra la Resolución 125 con el alborozo de La Nación, Clarín, Perfil y otros (lo menos que cabía era abstenerse). También mencionás a otros que, esos sí, hacen buenos negocios como las grandes empresas mineras y petroleras. No eludí este tema –como me criticás por mi nota anterior– ni lo eludo ahora. Digo que hay “amigos del poder”, efectivamente, como también los hay en todos los movimientos que algunos catedráticos llaman despectivamente “populistas”, incluso en el peronismo del ’45. Pero esos negocios no alcanzan para confundir los campos. Son suficientes sí, para señalar compromisos, contradicciones, concesiones del Gobierno. Por eso hay que empujarlo, movilizando al pueblo, para que profundice su política y adopte medidas audaces en esas áreas hoy sujetas al saqueo. Pero no podés caracterizar al Gobierno solamente por esta cuestión, como ocurría con radicales y nacionalistas que conspiraban contra Perón diciendo que entregaba el petróleo o no había nacionalizado la CADE. También te puedo recordar que Perón, seguramente a disgusto, llevó al balcón de la Rosada al asesino de Sandino. ¿Esta actitud tan criticable invalidaba las nacionalizaciones, el no ingreso al FMI, el más del 50 por ciento de la participación de los trabajadores en el ingreso y tantas otras cosas positivas? Evidentemente, no. Había que hacerse el distraído si se estaba dentro del peronismo o criticarlo lateralmente, sin dejar de reconocer el carácter nacional y popular del gobierno, si se estaba en la izquierda nacional (porque de la otra izquierda mejor no hablar). Fue también una concesión cuando el General encarceló a los exilados guatemaltecos del gobierno de Arbenz derrocado por los yanquis. De esta desgraciada medida algunos sacaron la conclusión de que el gobierno era proimperialista, lo recuerdo. Así actuó gente honesta, con grandes ilusiones y quimeras. Lenin también los soportó y los calificó como “el izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”. Como vos sabés, colaboraron para que llegaran los Rojas y Aramburu, quienes liberaron a los guatemaltecos, pero fusilaron a los trabajadores peronistas y dictaron el 4161 y todo lo demás.

En mi anterior artículo decía que me sorprende que compañeros de larga lucha en el peronismo no comprendan las vacilaciones de los gobiernos policlasistas, que también las tuvo el peronismo, aun en sus mejores momentos (Actas de Chapultepec, ¿te acordás?). También me sorprende que omitan los avances de este gobierno y algo tan caro al peronismo como son los derechos de los trabajadores. Porque ahora no sólo hubo disminución de la desocupación y recupero de las paritarias, sino que desde la Comisión parlamentaria de Legislación Laboral presidida por Héctor Recalde se recuperaron conquistas que el menemismo había destruido (sextuplicación del salario mínimo, vital y móvil, suspensión de despidos sin causa, derogación de la ley Banelco, prohibición de uso de banderas extranjeras en los buques para eludir la legislación laboral argentina, limitación a ocho horas de la jornada para peones rurales, modificación de la ley de pasantías, el “dubio pro operario” en juicios laborales, jueces laborales en materia de quiebras, etc.). Y esto no lo promueve “el enemigo principal”, sino el Frente para la Victoria.

Es correcto que Proyecto Sur critique, pero, por favor, no desde el campo del enemigo, no desde La Nación y Perfil, ni en los programas de los periodistas del imperio, que se solazan escuchando las críticas. Elogien lo elogiable y critiquen lo criticable, pero con sumo cuidado para no ser funcionales a la reacción. Crezcan, desarróllense, si pueden, cabalgando junto a lo mejor del Gobierno y cuando deban votar, no le den pasto al enemigo.

También ha salido al ruedo, por correo electrónico, otro dirigente y amigo, Mario Mazitelli, quien señala que la política del imperio es “la alternancia”. Según él, el imperialismo deja hacer al centroizquierda hoy, después en 2011 vendrá la centroderecha y así sucesivamente mientras Proyecto Sur –sostiene un militante honesto como Mario– construye el partido “para hacer la revolución social”. Este supuesto poder inmenso de los sectores dominantes previendo varios gobiernos y manejando a su gusto a todos los argentinos –menos a Proyecto Sur– me sorprende porque se sustenta en categorías liberales, como centroizquierda o centroderecha, que utilizan Morales Solá y sus congéneres. Creo, en cambio, que hay una cuestión nacional que divide a la sociedad en antiimperialistas y proimperialistas y una cuestión social que la divide en explotadores y explotados. Del ensamble de ambas cuestiones nace un proyecto de Liberación Nacional en marcha hacia el socialismo.

Pero esta polémica no la voy a seguir por dos motivos. La primera, porque la egolatría es mala consejera. Y esto de que la plana mayor de Proyecto Sur (sólo faltás vos, Carlitos del Frade, y espero que no lo hagas) se prodigue en discutir conmigo puede provocarme cierta vanidad y apartarme de aquello que aconsejaba Scalabrini: “Ser uno cualquiera que sabe que es uno cualquiera”. La segunda, porque aparecen quienes rebajan el nivel de la discusión, como un tal José Luis que por correo electrónico intenta descalificarme tratándome benévolamente de “anciano”. Como se comprende, a los 72, no estoy para coqueterías, pero si la calificación viene de Proyecto Sur les advierto que si yo soy anciano, Pino es seis meses más anciano que yo.

Pero no es así, Pino, vos y yo sabemos que no somos viejos. Ocurre simplemente –como decía Jauretche– que hace muchos años que somos jóvenes y mantenemos la juventud suficiente para polemizar acerca del destino de esta América latina que insoslayablemente va hacia la unidad y al socialismo. Y, por mi parte, bajo el telón sobre esta polémica, en la certeza de que tarde o temprano las duras luchas por la liberación nacional y social nos encontrarán a todos nosotros, otra vez juntos, en la misma vereda de siempre.

* Historiador y ensayista.

De Página 12

lunes, 23 de febrero de 2009

“El empleo es la mejor política social”


“El empleo es la mejor política social”
En un repaso de su gestión, la funcionaria dejó en claro que prefiere promover la economía social en vez de implementar planes asistenciales. También destacó el incremento del presupuesto del área a su cargo. “No hay nada”, dijo de su posible candidatura a diputada.
Por Fernando Cibeira
Alicia Kirchner puede hablar largo y tendido de políticas sociales, pero prefiere la ambigüedad cuando sale el tema de su candidatura. “No hay nada”, responde mientras hace un gesto con la mano como si espantara una mosca cuando se le menciona las versiones acerca de una posible postulación a diputada para las elecciones de octubre. Ya en el tema en el que se siente más cómoda, la ministra de Desarrollo Social se muestra satisfecha porque en este momento de vacas flacas pudo anunciar días atrás, junto a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la ampliación de su presupuesto en dos mil millones de pesos, que destinará a incrementar los planes insignia de su cartera: el Familias, el de Seguridad Alimentaria y el Manos a la Obra. La ministra recibió el viernes a Página/12 en su despacho junto al secretario de Coordinación, Carlos Castagneto, quien cada tanto intervendrá en la entrevista para subrayar algunas de las respuestas de Alicia Kirchner. Ambos se muestran convencidos del mismo credo, que privilegia lo que denominan “economía social”, esto es, la generación de trabajo a través de cooperativas y microemprendimientos. En cambio, descreen de los planes asistenciales, aun de los universales. “¿Alguien piensa que el problema de la pobreza se soluciona con 100 pesos?”, dice la ministra.
–En este escenario de crisis económica mundial, ¿este aumento de presupuesto será suficiente o será algo así como un vaso de agua en el mar?
–Lo que estamos haciendo es adelantándonos a las posibles problemáticas. Pero nuestra evaluación tiene que ser muy dinámica y permanente en función de un contexto internacional muy complejo en el que no podemos estar de brazos cruzados.
– ¿Deja la puerta abierta a la posibilidad de ampliar estas medidas?
–No sé si ampliar estas medidas o, si es necesario, enfocar otras. El drama de las políticas sociales es que a veces se piensa que todo se traslada a un plan. Es una mirada reduccionista. Son medidas que caen muy simpáticas pero que deben ser aplicadas. Uno tiene que tener seriedad para aplicarlas y darles sustento. Antes, por ejemplo, la política social era el Plan Jefas y Jefes de Hogar, que en su aplicación se vio limitado porque se anuncia como para todos y después no tiene presupuesto. Si bien en Plan Jefas y Jefes dio una respuesta en ese momento, no era para todos. La pobreza es compleja, hay múltiples factores que inciden. Sería muy fácil y simplista decir “esto lo soluciono con los ingresos”. Pero falta salud, educación, desarrollo productivo. Por eso nosotros trabajamos en función de la realidad de cada lugar. No es lo mismo el NEA, que el centro o el sur. Vamos con el Plan Ahí a las localidades más vulnerables en función de las capacidades del territorio y la gente que está allí. El país creció de manera desigual y las pobrezas son diferentes. Es múltiple, por lo que las intervenciones no pueden ser iguales para todos. Nuestra política social apunta a dos ejes: uno es la protección de la familia –a través del Plan Familias y de las pensiones no contributivas– y el otro es generar empleo mediante la economía social.
–El Plan Jefas y Jefes continúa, ¿no es cierto?
–Sigue en el Ministerio de Trabajo, pero se está buscando desde allí la transferencia al seguro de capacitación, mientras que otros pasan al Plan Familias, que llevamos nosotros.
–Una de las críticas que habitualmente se le hace a la política social del Gobierno es que ese plan sigue en 150 pesos pese a los años de inflación.
–De ese plan puede haber muchas críticas. La primera cuando se inició, que se dijo que era para todos y después se limitó el número porque no tenían presupuesto. Pero me gustaría hablar de política social.
–Lo que pasa es que esto se relaciona con otra crítica que a veces se les hace a las políticas sociales, que es la falta de una asignación universal que abarque a todos.
–Entonces se discrimina a los que pueden y a los que no pueden.
–¿Cómo sería eso?
–Si se homogeiniza todo en un plan social se le quita a la gente la posibilidad de desarrollarse de acuerdo a sus posibilidades. “A estos que no pueden les pago hasta acá y estos son los que pueden y están en el mercado de trabajo.” Porque el empleo es la mejor política social. Obviamente, tenemos que tener una política de protección en los sectores más vulnerables. Pero, como Estado, tengo que traccionar para que todos puedan estar en una política de empleo. Tenemos un impacto muy grande con los programas sociales. Para dar una idea: cuando asumí se habían dado 176 mil pensiones no contributivas, hoy llegamos a las 720 mil. Es el programa de ingresos más grande del país. Y para una madre con siete hijos son 690 pesos. Obviamente no es un gran ingreso, pero es importante.
– ¿Existe la idea de que si una persona recibe un beneficio asistencial del Estado va a dejar de buscar trabajo?
–No. Primero, no quiero hablar de “beneficio” sino de “titulares de derecho”. Con el concepto de “beneficio” ya se está discriminando. Es un trabajo de artesanía social el que hacemos, hay 3200 municipios en todo el país. Trabajamos con las gobernaciones, los municipios y las organizaciones. No con todas, porque algunas todavía siguen con políticas muy asistenciales. No ignoro la asistencia porque ignorarla es dar un salto al vacío, pero nuestra política es de desarrollo de la persona. Esa política donde todos pasan a un plancito terminaba siendo discriminatoria porque se convertía en un padrón de la pobreza y no respetaban a la persona en todas sus posibilidades. Por ejemplo, capacitamos 12 mil cuidadores domiciliarios el año pasado, que tienen inserción a través del PAMI en el mercado laboral y son monotributistas sociales.
–Es loable la intención de generar empleo para las personas que hoy no están en el mercado, pero la sensación es que hay gente con muchas necesidades que queda afuera de los planes.
–Hay gente que por olvido de años ni siquiera tiene documentos. Entonces, por más que yo tenga un plan para todos ellos todavía no le solucioné el problema de la documentación. Es decir, por más que tendría que incorporarlo por una falta de documento no lo podría incorporar. Hace poquito salió un DNU precisamente para documentar a los niños y niñas. Pero a esas familias estamos ayudándolas para que puedan apostar a un cambio en su vida desde un empleo, desde darle su documentación, desde cumplir con los deberes que corresponden. Con la economía social ya estamos llegando a 300 mil empleos.
–¿Y estos proyectos de economía social y cooperativas después se vuelven viables económicamente?
–Bueno, de toda esta gente el ingreso medio es de mil pesos, un ingreso anual de doce mil pesos. No es el gran ingreso, pero es muy importante y lo genera cada persona. Y ahora a esas personas el Estado concurre dándoles un adicional por hijo por el Plan Familias. Hay una red de cooperativas que en estos momentos están confeccionando un millón de guardapolvos al año que se ubican en todas las escuelas de nuestro país para los sectores más vulnerables. También estamos haciendo sábanas, equipos deportivos. El Estado les compra una parte y ellos generan también actividad independiente.
–En la provincia de Buenos Aires aseguran que desde el año pasado concurre más gente a los comedores comunitarios. ¿Cómo ve hoy la situación social, hay un incremento de la pobreza y por ende de la necesidad de asistencia?
–No me gusta contestar percepciones. Nosotros tenemos 1.663.000 familias a las que estamos concurriendo en su ayuda con una tarjeta alimentaria. Cada vez que se plantea este tema de los comedores prefiero que me digan los nombres de las familias y ayudarlas con la tarjeta alimentaria. Aunque hay organizaciones que prefieren seguir con los comedores y yo los respeto.
–Pero en cuanto a la situación social que le preguntaba, ¿se perciben ya los efectos de la crisis internacional?
–Estamos atentos a todas las situaciones que se van produciendo. No puedo hacer una evaluación tan concreta porque trabajamos en el territorio e inmediatamente que se producen los problemas buscamos atenderlos. Cuando digo que hay que trabajar en el lugar, que esto es una artesanía social, es difícil de entender y para mí explicar lo que nuestros equipos construyen día a día en el territorio. Son múltiples los factores que influyen para que se desarrolle la pobreza. Cuando empezamos con los microcréditos había 1200, hoy en menos de un año hay 60.000. Toda la gente que había el otro día en el acto que hicimos en Olivos puede contar cómo trabaja y qué los une. El cooperativismo, la solidaridad, tener identidad en nuestro país. En cambio, con un plan asistencial se divide, hacés los unos y los otros.
–Pero quienes están a favor de la universalización de los planes sostienen que también reactivan la economía porque todo el dinero que se le da a una familia pobre o indigente va al consumo, en alimentos o artículos de primera necesidad.
–En políticas de protección tenemos un presupuesto de 8 mil millones, que son ingresos directos que van a la gente. Las otras son políticas de generación, donde ellos también generan ingresos. Las políticas de inversión social que hace el ministerio son de enorme impacto, sea por la protección como por la generación de empleo. Queda divino tener un plan universal, pero para eso tenemos que trabajar más en la distribución de la riqueza. Todos hablamos de la distribución de la riqueza, pero cuando a algunos sectores les toca ayudar no aportan.
– ¿Está diciendo que las retenciones son necesarias para aumentar los planes?
–Todos tenemos que aportar. Los impuestos sirven precisamente para la distribución.
–En Brasil existe la Bolsa Familia, un plan muy masivo con unos 12 millones de beneficiarios directos. ¿Acá no serviría algo así?
–Es una lógica más de asistencia y protección, pero si a ellos les sirve bienvenido sea.
– ¿Es otro concepto de ayuda social o es también que la pobreza de Brasil es diferente?
–Es muy distinta. Hubo una época en la que Latinoamérica se manejaba con programas de asistencia así, enlatados. Había en Brasil, México, Chile. Son transferencia de ingresos, pero no generan una política social de desarrollo. Se limita a eso.
–La provincia de Buenos Aires comenzó a otorgar en algunos municipios un subsidio por hijo de 100 pesos a quienes no tengan un trabajo formal, que piensan extender a toda la provincia. ¿Se puede distribuir algo similar a nivel nacional?
–Las provincias que tengan presupuesto me parece muy bien que lo hagan porque sería un complemento de lo que está haciendo el gobierno nacional. Nosotros manejamos permanentemente información y con eso tomamos las decisiones. No voy a estar en contra de ninguna medida que tome cualquier provincia para mejor la calidad de vida.
–Usted marca una divisoria como si fueran dos ideologías diferentes, la asistencia, con lo que marca del desarrollo de la comunidad. ¿Es tan así?
–Insisto, no niego la asistencia. Pero si te quedás en la asistencia, la gente también se queda en la asistencia. Tenés que ayudar a promover la dignidad que quiere la gente. Voy a cualquier lugar y nadie me pide un plan. Eso lo escucho nada más en los pseudoexpertos. La gente me dice que quiere armar una cooperativa o una textil. Si la asistencia es un taller familiar, le estás dando una oportunidad. Pero si es la asistencia simple de un ingreso y encima limitado, no les estás dejando nada. ¿O alguien puede pensar que el problema de la pobreza se soluciona con 100 pesos? Algunos sostienen que no sirve para nada la economía social. Antes era “la economía de los pobres”, y hoy se empieza a legalizar a través de lo que es el monotributo social, para que la gente el día de mañana tenga una obra social y una jubilación. Esto significa inclusión.
– ¿Hay algún modelo en el mundo de lo que intenta hacer?
–Nada, los caminos los estamos construyendo. Es más, otros países nos requieren a ver cómo lo estamos haciendo nosotros. Esto no quiere decir que les sirva a otros países como Brasil, Chile o México. Lo peor que se puede hacer es “enlatar” programas. Hubo un tiempo en que se enlataban, en especial los créditos internacionales. Se condicionaba cómo tenían que ser por expertos que nunca habían estado en el territorio sino detrás de un escritorio.
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domingo, 22 de febrero de 2009

SUPERMERCADOS TOXICOS

RAJ PATEL Y SU IMPLACABLE CRITICA AL MUNDO DEL CONSUMO
“La libertad de comprar es completamente ilusoria”
El inglés, que fue funcionario del FMI, milita con lúcidos ensayos contra las consignas de La transnacional alimentaria. “La clase de globalización por la que abogo rescata a los movimientos sociales”, afirma.
Por Julián Gorodischer
El supermercado es la “unidad esencial” de la inducción a cargo de las corporaciones de alimentos.
Raj Patel es considerado un “loco peligroso” por las corporaciones de alimentos. Su cañón apunta a lo que considera “la injusta cadena alimentaria transnacional”; atribuye al proceso de producción y venta –desde la fábrica al supermercado– el poder de alienar a piacere al individuo. Es ese tipo de crítico-activista que concibe una intervención más allá de la interpretación; su prédica, inspirada en la denuncia teórica posterior a No logo, de Naomi Klein, crece por su condición de arrepentido: vio la circulación del dinero desde adentro del FMI y el Banco Mundial –como empleado–, lo irritó la concentración desigual de la tierra y la reducción a servidumbre del productor agropecuario, milita finalmente como activista globalifóbico, y es definido por la musa Naomi como “una mente brillante”.
Desautomatizarse,
¿Pero cómo?
Patel no deja resquicio de la cotidianidad sin cuestionar (desde llenar el changuito a la sobremesa frente al tótem-televisor), que se enjuicie el mundo próximo y tangible (ingerible) situando el eje de dominación en las fauces del sujeto. Si No logo atribuía la domesticación del yo al accionar violento de las corporaciones (véase Nike explotando obreros en sus talleres asiáticos), Obesos y famélicos analiza mecanismos más sutiles que involucran un adoctrinamiento pacífico. ¿Los alienados? Somos consumidores perdidos entre las góndolas, a quien el autor de Obesos y famélicos propone enrarecerles el hábitat. ¿Qué intentan decirnos con ésa y no otra música ambiental, con ésa y no otra disposición espacial en laberinto de pasillos tan vigilados como cualquier panóptico contemporáneo (desde una prisión a un reality)?
Hay menos intención de estudiar conductas de consumo que de derribar un sistema de dominación. Estados Unidos fomenta la misma obesidad cuyo tratamiento financia el sistema de salud, dirá Patel. La abundancia de alimentos y el hambre comparten, muchas veces, zonas de influencia, explica. “Las compañías les dan forma a nuestras opciones y la libertad que tenemos cuando compramos es completamente ilusoria”, explica a Página/12. El consigue desnaturalizar rutinas masivas; su lectura ofrece una liberación mucho más allá del cliché de estudiar “las etiquetas” con detenimiento para encontrarle grasa y azúcares a lo diet; sus preguntas cobran una dimensión existencial.
Las preguntas de Patel
¿Es “lo que comemos” una zona usurpada al libre albedrío?
¿Construyen las marcas, además de un logo, cosmovisión del mundo?
¿Son enemigas del sentido de realidad?
¿Somos cómplices de la desigual distribución del empleo a través del consumo?
¿Avalamos lo tóxico detrás de un envoltorio bello?
Las respuestas aportadas no son resultado del maniqueísmo; la ligazón entre la publicidad y la anorexia en territorios antes vírgenes de TV occidental involucra siempre encuestas, estudios numéricos, confesiones de parte, análisis de mercado. Raj Patel da testimonio de su iluminación, de su paso a la resistencia, de su apasionamiento...
“Siempre había sospechado de las actividades de organizaciones como el Banco Mundial o el FMI, pero sentí que era importante entender por qué se comportaban del modo en que lo hacían –señala–. y entonces conseguí un trabajo en el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Fui consultor del Banco durante un mes, porque uno de mis profesores del doctorado de Economía me mandó en préstamo. Trabajé en la Organización Mundial del Comercio como becario sin sueldo. La clase de globalización por la que abogo –asume– no es la que propone el Banco Mundial, sino que tiene que ver con movimientos sociales internacionales como Vía Campesina. Es una globalización que aprende, comparte y lucha por los derechos humanos...”
Manual de resistencia
– ¿Por qué no tenemos control sobre lo que comemos?
–Las compañías les dan forma a nuestras opciones y la libertad que tenemos cuando compramos es bastante ilusoria. Es como que nos pidan que saquemos una carta de un mazo en el que todas las cartas son iguales.
– ¿Por qué no elegimos cuando compramos?
–Tenemos el disfrute de la “elección”, pero nuestras opciones ya fueron limitadas por la industria alimentaria. En Estados Unidos, si querés desayunar cereales, podés elegir entre cientos de clases. Pero si querés comida fresca de tu zona, cultivada de manera segura y con respeto por los derechos de los trabajadores, va a resultarte virtualmente imposible conseguirla. Este es un problema de políticas, planeamiento urbano y concentración de poder económico en el sistema alimentario.
– ¿En qué se basan nuestras decisiones de consumo?
–La industria alimentaria gasta millones de dólares haciendo marketing de sus productos poco sanos. En todo el mundo, por cada dólar que se gasta en promocionar comida buena para el hombre, 500 se gastan en promocionar comida chatarra. Es por eso que hoy la “M” de McDonald’s es más reconocida que la cruz cristiana.
– ¿Qué poder tiene “la marca” sobre nosotros?
–El antropólogo Claude Lévi-Strauss dijo una vez que “antes de que algo sea agradable de comer, debe serlo pensar en ello”. Es por eso que se gasta tanto dinero en persuadirnos de pensar acerca de ciertas clases de comida. Este es un problema cultural que necesitará de un gran esfuerzo para combatirlo. Ya hay algunos gobiernos que ponen freno a la publicidad de comida chatarra dirigida a los niños a causa de los efectos nocivos para la salud, pero creo que será necesaria una revolución en la mesa para que podamos reclamar adecuadamente que las compañías alimentarias nos devuelvan nuestros gustos.
– ¿Quiénes somos los más perjudicados?
– Las más afectados por la crisis alimentaria, ya sea en Noruega o en Zimbabwe, son las mujeres. Las adultas y las niñas son al menos el 60 por ciento de las más afectadas, según estimaciones recientes, aunque las mujeres son las responsables del desarrollo de la mayor parte de la comida que se consume en países en desarrollo. Esta injusticia, que continúa, prácticamente no ha recibido atención de los medios.
– ¿Qué simbolizan hoy McDonald’s, Starbucks y Coca-Cola?
–En el pasado, los gigantes del sistema alimentario eran las compañías de comercio de granos, corporaciones como East India Company, Dreyfus, Bunge & Born. Aunque varias de esas compañías todavía existen, los nuevos gigantes del sistema alimentario en el Siglo XX fueron marcas de consumo como Coca-Cola, que todavía ejerce un tremendo poder en modelar las opciones alimentarias. Pero los reales gigantes del sistema alimentario actual son los supermercados.
Y entonces llegó Wal-Mart...
“Hoy –dice Patel– en primer lugar está Wal-Mart, el mercado más grande del mundo. Son una operación multibillonaria, con 175 millones de clientes en 14 países. Ellos tienen la segunda computadora más grande del mundo, detrás de la del Pentágono, y la usan para manejar la logística y analizar los gustos de los consumidores. Y son el objeto de algunos de los juicios laborales más grandes en la historia legal de Estados Unidos. Pero Wal-Mart no es el único gigante, de todos modos. Compañías como Ahold, Tesco y Carrefour también están tomando por asalto el planeta...”
– ¿Cómo modificó Wal-Mart la cadena alimentaria?
–Las consecuencias de su llegada es la destrucción del pequeño negocio local, pero también una baja en los precios para los granjeros: como compran en cantidades enormes, efectivamente pueden darle forma al mercado. Estos son los nuevos titanes del sistema alimentario. Y aunque se nos ofrecen como emporios de la elección y la libertad, los supermercados están entre los espacios más monitoreados e inspeccionados del mundo, desde la geografía de los locales (la leche siempre está en el fondo de los supermercados, por ejemplo) hasta la calibración de la música y el aroma en el aire para hacernos comprar más mercadería. En otras palabras, aunque ofrecen “opciones”, en realidad hacen todo lo posible para que dependamos en lo opuesto, el instinto.
– ¿Hay más “víctimas”?
–Una de las ideas principales de Obesos y famélicos está en el título: que el sistema de producción alimentaria actual no sólo lastima a la gente famélica de las áreas rurales. También lastima a la gente de áreas urbanas, particularmente a través de las consecuencias de la dieta occidental moderna. La India, por ejemplo, ha sido profundamente golpeada tanto por la moderna economía agrícola liberal como por la dieta occidental. El resultado es que el país tiene una de las tasas de desnutrición más altas de la Tierra y también el número más alto de personas con diabetes tipo II.
–Y con la depresión global, ¿cómo se agrava el cuadro?
–Es muy aplicable el argumento de Naomi Klein sobre el capitalismo de desastre que hace en su libro La doctrina de shock. La actual crisis alimentaria ha probado ser una oportunidad para que algunas de las más poderosas fuerzas corporativas y gubernamentales avancen con sus propios intereses. Por eso, en el reciente World Food Summit en Roma y el G-8 en Japón vimos a los líderes mundiales argumentar que la crisis alimentaria sólo podía ser arreglada con más liberalización de la agricultura. O sea, más de la misma doctrina que nos llevó hasta esta crisis, administrada por la misma gente que tiene un record en desastres. La crisis actual golpea donde sea que haya pobreza.
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sábado, 21 de febrero de 2009

MUJERES DE ALMA FUERTE

Mujeres de alma fuerte

A las mujeres de Palito, una de las villas más grandes de La Matanza, no les tiembla el pulso para demoler las casillas del hacinamiento y reemplazarlas por viviendas dignas; ni tampoco cuando de arrancar a sus hijos del paco se trata, mientras les gritan a los cuatro vientos que los aman y los quieren vivos.

Por Noemi Ciollaro
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Mary y su hijo Javier, dos años después de que su declaración de amor se convirtiera en el nombre de una agrupación.

Las más ancianas cuentan que promediando la década del ’50 llegaron los primeros pobladores de lo que hoy es el barrio Almafuerte. Dicen que eran desalojados y desalojadas de la Capital, desocupados, pobres sin techo. Delimitaron sus terrenos y el sendero que conducía a lo que actualmente es Camino de Cintura con tacuaras. “Poné palitos”, les decían a quienes recién llegaban para que marcaran los límites de su lote. Así nació la histórica villa Palito, una de las más grandes de La Matanza, enclavada en el corazón de San Justo.

Contenida por Camino de Cintura y las calles Peribebuy, Crovara, Alcorta y Gibraltar, aloja a aproximadamente diez mil habitantes y está partida en dos mitades que grafican la razón de la ebullición constante que se vive allí.

De un lado, cual Sarajevo matancera, están los escombros de las típicas casitas villeras demolidas, y algunas que siguen en pie esperando su turno para ser alcanzadas por el Plan de Urbanización implementado por el municipio con fondos de la Nación. Del otro, más de 700 casas ya habitadas, nuevas y coloridas, de material, con tres y cuatro ambientes, luz, gas y servicios sanitarios, jardines floridos y enmarcadas en un simétrico trazado urbano. En ese sector también está la escuela, el centro comunitario y la sala de primeros auxilios. Todo se construye con la población organizada en cooperativas de trabajo que generaron empleo para cientos de desocupados y un lugar de gran protagonismo para las mujeres del barrio.

Al entrar por Camino de Cintura está lo que la gente llama el casco histórico de la villa, allí se alza la parroquia del padre Bachi, la Escuela de Oficios y el Centro de Contención y Desintoxicación para chicos con adicciones.

El objetivo que inspira el plan de urbanización de villas y asentamientos en La Matanza es promover la inclusión y desterrar la inseguridad y la venta y consumo de drogas. Palito constituye el ejemplo más avanzado que ya comienza a replicarse en Las Antenas, San Petersburgo, Puerta de Hierro y 17 de Enero, otras de las villas del distrito más grande del conurbano, con dos millones de habitantes.

El paco (pasta base), por su bajo precio, es hoy la droga de mayor consumo en los sectores más pobres; su poder adictivo y la destrucción que provoca golpea con brutal intensidad a chicos y jóvenes en las villas.

Nadie quiere morir, nadie

El padre Bachi es uno de los líderes del barrio, nacido en una villa del bajo Belgrano, y crecido en Palito a partir de que su familia fue desalojada de la Capital por la última dictadura. Basilicio Brítez, Bachi para todos, tiene su casa junto a la parroquia y ejerce su función las 24 horas. Pocas son las noches en las que alguna madre no le golpea la puerta porque hay un enfermo grave, una chica a punto de parir, pibes detenidos por la policía, o un chico drogado, inconsciente, casi muerto, que el cura alza de algún pasillo, carga en su camioneta y traslada hacia el hospital más cercano.


Una vista del nuevo barrio desde el descampado donde antes se hacinaban casillas.

El 26 de junio de 2006, junto a una multitud con mayoría de mujeres del barrio y de otras villas matanceras, en coincidencia con el Día Internacional de Lucha contra la Droga, Bachi encabezó una marcha que con pancartas, murgas y rezos recorrió Palito, deteniéndose en las esquinas donde los pibes consumen tóxicos, y en los lugares donde paran los dealers. La recorrida culminó en la cancha del fondo, allí madres de chicos adictos explicaron qué es y qué hace el paco y dieron testimonio de lo ocurrido con sus hijos. Bachi convocó a todos a afrontar la realidad y a actuar en consecuencia. El centro de Contención y Desintoxicación es una de sus iniciativas, allí ya fueron internados muchos chicos que lograron detener el consumo e iniciar su recuperación dentro de la misma villa. Luego continúan el tratamiento ambulatorio en el centro comunal de Prevención de Adicciones de San Justo.

Mary, Clara, Nuncy, Sandra, Elsa, Gloria, Rita, Gregoria y más mujeres que brotan de las calles de Palito cuando Las12 recorre el barrio, son madres, hermanas, ayudantes solidarias, que llevan una lucha de casi tres años contra el consumo de paco a través del grupo “Hijo, te amo”, que fue sumando voluntades y consolidando confianza, afectos y certezas acerca de que juntas todo es posible.

Mary, una mujer pequeña de fortaleza inmensa, fue la que para aquella marcha pintó un cartel en el que se ve a una madre con un adolescente moribundo en sus brazos y la leyenda “Hijo, te amo”, hoy emblema de la agrupación.

Desesperada porque Javier (24), su hijo casado, con dos nenes, se hundía en el consumo, había perdido el trabajo y estaba a punto de ser abandonado por su familia, Mary fue la autora de la frase y relata, “yo ya no le podía decir hijo no te drogues, entonces pinté el cartel y le puse ‘Hijo, te amo’, que fue lo que me salió del alma. Javier andaba muy mal en ese tiempo, y me caminé todo el barrio con ese cartel y gritando ¡hijo te amo, hijo te amo! Como mamá pensé en Javier, pero era para todos, porque a los chicos una los vio nacer y crecer acá en el barrio y ahora los vemos así”.

Javier se enojó mucho y tardó en comprender el dolor de su madre y la amenaza de la vida breve que lo acechaba. Bachi le dijo a Mary que ése era el nombre más apropiado para el grupo de madres, y ella siguió rezando, llorando y organizándose con las demás mujeres de Palito y de otras villas, para arrebatarles la vida de los pibes a la droga. Entre tanto, la psicóloga de la comunidad las contenía con reuniones para ayudarlas a sobrellevar el trance.

Un buen día, después de un año del episodio del cartel, Javier acudió a Bachi para pedirle ayuda, quería largar el paco pero no podía, dos veces huyó de la posibilidad de iniciar su recuperación. La tercera fue la vencida, la sombra del final le pisaba los talones, y cuando recurrió al cura éste lo alojó en su propia casa donde ya tenía ocho pibes más en recuperación, mientras se construía el Centro de Contención y Desintoxicación. “El Padre es único, para nosotros era todo mientras estábamos ahí, él tiró colchones en su casa que es chica, y cuando se levantaba tenía que andar esquivando pibes para ir al baño. No es que te querés matar con el paco, es que no podés parar, nadie quiere morir, nadie. La vida no es fácil en la villa, mantener a la familia, pensar que no tenés un futuro, yo lo único que quería era estar con los pibes en la esquina tomando y consumiendo, porque así no sentís nada, te parece que sos dueño de todo; pero dura poco y para volver a ese estado consumís de vuelta, cagás a tu familia, le sacás la plata, te vas hundiendo, pero no te querés morir. A mí la ficha me cayó cuando llegué una noche y mi mujer y los pibes se habían ido, no me bancaban más, ella laburaba y yo de joda en la esquina.”

En el Centro los chicos pasan la internación, el tiempo más duro del tratamiento, atendidos por profesionales pero cerca de su familia y de Bachi. Al finalizar esa etapa tienen salidas esporádicas con acompañamiento terapéutico y una vez externados, continúan con tratamiento ambulatorio en los Centros de Salud comunales. La internación dentro de la propia villa, dicen, es de gran importancia, porque van a seguir viviendo allí, entre la gente con la que consumían, sabiendo por cuáles pasillos pasan los dealers. “Tener la familia cerca, que te visita durante la internación de seis meses ayuda mucho, es mejor que estar aislado en una granja, lejos de todo, porque el mundo no cambia, y a la villa tenés que volver, los que cambiamos somos nosotros, y la adicción es una enfermedad, no es que somos unos turritos”, explica Javier.


El taller de oficios que impulsan las mujeres de Hijo, te amo.

Elsa, otra madre del grupo, salvó a su hijo de la muerte llamando a la policía, “él estaba mal conmigo porque lo denuncié, pero algo yo tenía que hacer, o me lo mataban en la calle o se mataba él con el paco. Yo lo salvé, fue la noche que llamé a la policía, él estaba tirado como un perro en un pasillo del fondo y venían a matarlo dos tipos armados, me vieron y llamé al patrullero, los tipos rajaron y por un segundo no lo mataron. Macanas andaba haciendo, robaba para el paco, me robó a mí, a mis hijos y a esos dos también”, dice Elsa y se quiebra en llanto, aunque hoy su hijo está recuperado y trabajando.

Los chicos y las madres continúan en la lucha, ellas ayudando con su testimonio y experiencia a mujeres que organizan grupos en otras villas. Ellos pasando el mensaje a pibes que están sufriendo y que los ven bien y les piden ayuda. “Con las chicas es más difícil –reflexionan las madres–, las familias las ocultan, en las mujeres está mucho peor visto, hasta ahora no se nos acercan madres de chicas que consumen, son menos pero hay y necesitan ayuda.”

Con la maza y el amor

Las mujeres dicen que cuando se voltearon las casas de lo que llamaban “la calle de la droga” Gibraltar, al fondo, pegada al predio de lo que fue la fábrica Jabón Federal, respiraron con alivio, porque era el núcleo central de venta.

Delia, Susana, Laura y Yanet son integrantes de la Cooperativa Almafuerte de la urbanización en Palito, jefas de familia algunas, con hijos y nietos, antes empleadas domésticas o desocupadas, hoy, junto a cientos de mujeres más, son el alma de mucho de lo que allí ocurre. “Armamos los grupos de demolición, con lo que les dimos trabajo y sacamos a muchos pibes de la esquina. Cuando los chicos tienen amor, contención y objetivos, le ganás muchas vidas a la droga y les das herramientas para el presente y el futuro. Por eso también se hizo la Escuela de Oficios, allí se capacitan en tornería, carpintería, plomería, computación y otros talleres”, relatan.

“A nosotras este gobierno y este plan nos cambiaron la vida, salimos de criar hijos y limpiar casas ajenas a convertirnos en técnicas, operadoras sociales, administradoras. El sueño de mi vida era ser secretaria, pero sólo hice 7º grado. Ahora me siento feliz, trabajar con todo el barrio, ayudar en las mudanzas, en la adaptación que necesita la gente, es muy fuerte y nos hace sentir que le devolvemos al barrio todo lo que nos dio”, asegura Delia.

Junto a muchas otras mujeres que como ellas integran las cooperativas son las encargadas de administrar los fondos con los que se lleva adelante el plan de urbanización. “Hoy nos hicimos expertas en ladrillos del 15 y del 18, tratamos con los proveedores, vamos a los corralones a encargar los materiales, peleamos los precios y siempre ahorramos unos pesitos para agregar alguna comodidad más en las casas”, cuenta Susana.

Entusiasmadas recuerdan que cuando les entregaron los prototipos de las primeras 28 viviendas del plan Techo y Trabajo vieron que las casas nuevas también tenían techos de chapa y pusieron el grito en el cielo.

“De ninguna manera las casas podían tener techo de chapa, les explicamos a los técnicos, el techo de chapa es el techo de la villa, el de la miseria, el de las goteras, el que te llueve toda la vida, el que no te permite construir para arriba cuando la familia se agranda”, dicen categóricas.

Así fue como todos los planes de construcción pasaron a tener techo de losa y los proyectos originales fueron sufriendo modificaciones surgidas del intercambio y el conocimiento entre los técnicos y los habitantes de Palito.

Los sueños y las fantasías tienen un espacio y se reflejan en el estilo de cada casa. Sobre el diseño básico las familias pueden innovar, cambiar los colores, añadir detalles. Así es posible encontrar una casa azul, de dos plantas, para una familia numerosa, en cuya frente se destaca un balcón blanco de columnas redondeadas, en el que con sólo cerrar los ojos una puede imaginarse a Julieta asomada, mientras Romeo trepa la escalera de soga para acercarse a su amada.

En una esquina, al atardecer, una pareja de ancianos toma mate, ella riega el jardín y él ceba amargos y recuerda otros tiempos, “pasaron 50 años desde la última vez que se hicieron viviendas para los más necesitados en La Matanza, fueron las casas de Ciudad Evita, en ese tiempo todos creíamos que íbamos a vivir en barrios como ése, pero con el golpe del ’55 se terminó todo. Por eso hoy lo que estamos haciendo en Palito es un acto de justicia, se lo decimos a los hijos y a los nietos de todos”.

“A veces nos sorprendemos con las cosas que nos decimos entre nosotros, cuando se hizo el tendido de luz en las calles, un compañero muy querido, uno de nuestros líderes, Juancito Enriquez, dijo ‘para nosotros la luz en la calle es como el árbol de Navidad en la casa, es eso, es como la felicidad’”, relata Delia.

En Palito se festeja seguido, es como un premio que se dan todos por el arduo trabajo cotidiano, ese día las chicas duras bailan, cantan y lucen sus mejores galas hasta el amanecer. Los hombres del barrio dicen que sin ellas nada sería posible.

El espacio propio

Yanet es la más joven de las mujeres que dialogan con Las12, tiene 27 años, casada, con dos chicos, terminó la secundaria y es empleada, “yo nací y crecí aquí, me conmueve trabajar con las familias en el momento de la mudanza a la casa nueva, los acompañamos en todo ese proceso, es muy importante la contención, dejan la casa donde nacieron sus hijos y sus nietos, allí está su historia de privaciones, de alegrías y dolores, la dejan para ir a un lugar mucho mejor, pero igual hay angustia y nostalgia, todo es muy nuevo”.

Las mujeres de las Cooperativas también arman talleres para los que provienen de las viviendas más precarias, allí les enseñan la utilización y las precauciones que hay que tomar con la energía eléctrica, el agua corriente, las cloacas y servicios básicos.

“Hay que pensar que venimos de acarrear agua en baldes toda la vida, de tener cortes de luz a cada rato porque los cables no soportaban tanta carga, de vivir en espacios mínimos donde en un mismo ambiente tenés la cocina, el dormitorio, el lugar para comer, es un cambio inmenso. De pronto te encontrás con que tenés un ambiente que es sólo la cocina, un baño completo, un living comedor y dos dormitorios, un patio, un jardincito adelante. Salís a la puerta y las calles son trazados perfectos, no hay pasillos, entran y salen sin problemas las ambulancias, los patrulleros, los carteros. Y además pagás tus servicios y tus impuestos”, explica Susana.

Caminando por las calles de la urbanización se ven señoras juntando papelitos en las veredas, chicos chapoteando en pelopinchos armadas en los patios, pibes y pibas mateando al amparo de arbolitos incipientes. Aquí y allá la música de fondo, siempre entrañable, cumbia, rock, hip hop, tango, zamba, diferentes tonos para cantar penas y alegrías.

“Cambia la vida –dice Laura– los chicos dejan la calle, pasan mucho tiempo en su casa, empiezan a criarse de otra forma, traen amigos para hacer los deberes juntos, invitan chicos a dormir, se festejan los cumpleaños y vienen pibes de otros barrios, compañeros de colegio que antes no querían entrar a la villa. La familia empieza a funcionar de otra forma, desaparecen las discusiones por los espacios, cada uno tiene su propio espacio.”

Cuando los chicos de Palito llegan a la nueva vivienda, se la pasan en el baño apretando el botón del inodoro. Antes tenían que salir de la casa, con frío, calor o lluvia, para ir al baño precario o a la letrina. Presionan el botón y se maravillan. Todo es parte de un mundo nuevo y de la dignidad que siempre fue tan esquiva.

Nadia Fernandez sacude a Juez



miércoles, 18 de febrero de 2009


EL CASO DE LAS RETENCIONES Por Aldo Ferrer.
Emergencias y estructura productiva.
El campo argentino enfrenta una situación crítica provocada por la
sequía. La emergencia reclama el apoyo de la sociedad y las políticas
públicas para ayudar a los productores y compensar, en la mayor medida
posible, las consecuencias del siniestro. En este escenario, deben
replantearse los problemas y evaluar el marco regulatorio del sector
agropecuario y la cadena agroalimentaria. Es, entonces, comprensible la
reciente propuesta de los gobernadores de Santa Fe y Córdoba de
suspender el cobro de las retenciones a las exportaciones agropecuarias
por un período, mientras dure la emergencia.

La necesidad de recurrir en apoyo del campo es incuestionable. El
interrogante es si suspender el cobro de las retenciones es o no la
forma más eficaz de hacerlo atendiendo, al problema puntual, en el
contexto de los intereses de toda la economía nacional y su pleno
desarrollo en la actualidad y el largo plazo.

La respuesta es no porque la emergencia del campo debe resolverse sin
desatender los problemas estructurales preexistentes, que es lo que
sucedería si se suspenden las retenciones y establece un tipo de cambio
único. Por lo tanto, si se decide que el ingreso fiscal de las
retenciones vuelva al campo para paliar las consecuencias de la sequía,
no debería ser a través de su eliminación o suspensión, sino por medio
de la transferencia de los fondos involucrados a los programas de ayuda,
con la mayor participación posible de los gobiernos provinciales. Debe
evitarse que esta situación de emergencia se convierta, en otra vía, de
la apreciación del tipo de cambio y el desaliento a la inversión y
transformación de la estructura productiva.

Los países que sustentan su desarrollo básicamente en sus recursos
naturales abundantes (petróleo, cobre, tierras fértiles, etc.), nunca
llegan a ser naciones integradas avanzadas ni, por lo tanto, superar el
subdesarrollo. Argentina debe contar con una estructura integrada
agroindustrial, entre otras razones, para gestionar el conocimiento. La
ciencia y la tecnología son los motores fundamentales del desarrollo y
sólo se despliegan plenamente en las economías integradas industriales
complejas. Si además ellas cuentan, como sucede en los Estados Unidos,
Canadá y Australia, con grandes recursos naturales, amplían sus
posibilidades de crecimiento. Argentina puede también lograrlo.

Es, por lo tanto, indispensable ubicar el problema de la emergencia
agropecuaria en su debido contexto y tener en cuenta que los precios
relativos en la economía argentina son distintos a los internacionales.
En nuestro país, los productos del campo son relativamente más baratos
que los industriales por dos razones. Por un lado, la extraordinaria
dotación de recursos naturales del país fortalecida, en los últimos
lustros, por la capacidad de buena parte del empresariado rural de
aplicar las tecnologías de frontera.

Por el otro, el todavía insuficiente desarrollo industrial del país
debido a las turbulencias políticas y económicas que signaron nuestra
historia. Esa asimetría entre los precios relativos internos y los
internacionales implica que, para otorgarle competitividad, en el
mercado interno y en el mundial, a la totalidad de la producción
nacional de bienes sujetos a la competencia internacional, tiene que
haber tipos de cambio diferenciales para los diversos sectores productivos.

Esto es válido con sequía o sin ella y emergencia agropecuaria, y es la
consecuencia inevitable de lo que Marcelo Diamand llamó la “estructura
productiva desequilibrada”. Por ejemplo, si para que la producción de
soja sea rentable es necesaria, digamos, una paridad de dos pesos por
dólar, para que lo sea la de textiles, productos químicos, maquinarias,
etc., es necesaria una paridad, supongamos, de cuatro. Si el tipo de
cambio se fija en dos pesos por dólar, no hay retenciones pero
desaparece buena parte de la producción manufacturera.

Al mismo tiempo, por diversos mecanismos, como sucedió en tiempos de la
“tablita” y de la convertibilidad, se termina castigando también al
campo. Si la paridad se fija en cuatro pesos sin retenciones, se genera
una renta excesiva en la soja que profundiza los desequilibrios en la
estructura productiva del país.

Todos los estados modernos administran las señales de precios del
mercado internacional, para acomodarlas a las características de sus
precios relativos y estructuras productivas internas, con vistas a su
pleno desarrollo económico y social. Éste es el sentido de los subsidios
de la Política Agrícola Común de la Unión Europea, sin los cuales no
existirían el agro ni seguridad alimentaria en Europa.

La sequía ni la emergencia que atraviesa el campo modifican las
características estructurales de la economía argentina. En consecuencia,
si se suspendieran las retenciones existiría un tipo de cambio único e,
inevitablemente, sobrevaluado. Vale decir, un tipo de cambio de
equilibrio de mercado (TCEM) que torna no competitiva, en el mercado
interno y en el mundial, la producción interna, no basada en los
recursos naturales

Además, para evitar el impacto de los precios internacionales sobre los
alimentos en el mercado interno, bajo un régimen de tipo de cambio único
sin retenciones, el Gobierno estaría impulsado a apreciar la moneda aún más.

Al mismo tiempo, esa política cambiaria fomentaría las entradas de
capitales especulativos, que son atraídos por las altas tasas de interés
prevalecientes en economías con paridades sobrevaluadas. Este enfoque
genera desequilibrios macroeconómicos insostenibles y escenarios
inestables, por la volatilidad de los mercados financieros y las fuertes
variaciones a que están sujetos los precios internacionales de los
productos primarios. Esto siempre es fatal y, mucho más lo sería en el
actual contexto internacional.

En sentido contrario, una política cambiaria orientada a dar respuestas
a los desequilibrios de la estructura productiva, promover la
competitividad de la producción interna de bienes y servicios transables
y desalentar los movimientos de capitales especulativos, opera con tipos
de cambio de equilibrio desarrollistas (TCED). Tal política cambiaria
supone que el tipo de cambio conveniente es aquel que persigue cuatro
fines principales.

A saber:

1. Privilegiar el compre nacional en las decisiones de gastos de consumo
e inversión de las empresas, las familias y el gobierno.
2. Estimular la diversificación de las exportaciones incorporando bienes
y servicios de creciente contenido tecnológico y valor agregado y, por
lo tanto, impulsando la gestión del conocimiento y la transformación de
la estructura productiva.
3. Lograr que el lugar mas rentable y seguro para invertir el ahorro
interno sea el propio país.
4. Desalentar los movimientos de capitales especulativos creando
incertidumbre en los especuladores y previsibilidad en los tomadores de
decisión de inversión productiva.

El TCED contribuye al crecimiento del comercio exterior y a generar un
superávit en la cuenta corriente del balance de pagos, con el
consecuente aumento de reservas del Banco Central. Por lo tanto,
fortalece la estabilidad macroeconómica y los mecanismos de defensa
frente a las turbulencias internacionales.

Éste es uno de los dilemas centrales que tiene que resolver actualmente
la política económica. A saber, cómo sostener un TCED con tipos de
cambio diferenciales, en el marco de una crisis internacional de vasto
alcance y la emergencia agropecuaria planteada por la sequía.

En consecuencia, lo que debería discutirse no son las retenciones sino
las medidas para enfrentar la emergencia incluyendo la asignación, para
tales fines, de los ingresos fiscales originados en las mismas. Es
también imprescindible resolver la emergencia atendiendo a las
situaciones diferentes dentro del complejo sector que, para simplificar,
llamamos campo, tanto por tamaño de empresas, producciones, regiones
cuanto en la dimensión social involucrada en la agricultura familiar y
las condiciones de empleo y retribución de los asalariados rurales.

miércoles, 11 de febrero de 2009

QUE SE VAYAN TODOS

Que se vayan todos!
Ha tomado su tiempo, pero, finalmente, desde Islandia hasta Letonia, pasando por Corea del Sur y Grecia, el resto del mundo está llegando al mismo resultado: ¡que se vayan todos! Naomi Klein | Sin Permiso | 10-2-2009
Fuente: www.kaosenlared.net/noticia/que-se-vayan-todos
Viendo a las multitudes en Islandia blandiendo y golpeando ollas y cacerolas hasta hacer caer a su gobierno me acordaba yo de una popular consigna coreada en los círculos anticapitalistas en 2002: "Ustedes son Enron; nosotros, la Argentina".
Su mensaje era suficientemente simple. Ustedes –políticos y altos ejecutivos amalgamados en alguna que otra cumbre comercial— son como los temerarios estafadores ejecutivos de Enron (claro que entonces no sabíamos ni la mitad de lo ocurrido)—. Nosotros –el populacho mantenido al margen— somos como los argentinos, quienes, en medio de una crisis económica misteriosamente parecida a la nuestra, salieron a la calle con ollas y cacerolas al grito
de: "Que se vayan todos". Forzaron la dimisión de cuatro presidentes en menos de tres semanas. Lo que hizo única la rebelión argentina de 2001-2002 fue que no iba dirigida contra ningún partido político concreto, ni tampoco
contra la corrupción en abstracto. Su objetivo era el modelo económico dominante: fue la primera revuelta de una nación contra el capitalismo desregulado de nuestros días.
Ha tomado su tiempo, pero, finalmente, desde Islandia hasta Letonia, pasando por Corea del Sur y Grecia, el resto del mundo está llegando al mismo resultado: ¡que se vayan todos!
Las estoicas matriarcas islandesas que sacaban sus cacerolas mientras sus hijos buscaban proyectiles en el frigorífico (huevos, desde luego, ¿también yogures?) reproducen las tácticas que se hicieron famosas en Buenos Aires.
Un eco de la rabia colectiva contra unas elites que destruyeron un país otrora próspero pensando salir de rositas. Como dijo Gudrun Jonsdottir, una oficinista islandesa de 36 años: "Estoy hasta el moño de todos esto. No me fío del gobierno, no me fío de los bancos, no me fío de los partidos políticos y no me fío del FMI. Teníamos un país estupendo, y se lo han cargado".
Otro eco: en Reikiavik, los manifestantes no se conforman con un mero cambio de rostros en la cúspide (aunque la nueva primera ministra sea una lesbiana). Exigen ayudas al pueblo, no a los bancos; investigación penal de la debacle; y una profunda reforma electoral.
Parecidas exigencias pueden oírse en Letonia, cuya economía ha experimentado la contracción más drástica dentro de la Unión Europea y en donde el gobierno se halla al borde del precipicio. Durante semanas, la capital se ha visto sacudida por protestas, incluidos unos disturbios en toda regla el pasado 13 de enero. Como en Islandia, los letones están indignados por la negativa de sus dirigentes a aceptar la menor responsabilidad por la catástrofe. Preguntado por la Televisión Bloomberg por las causas de la crisis, el ministro de finanzas letón soltó displicentemente: "ninguna en especial".
Pero los disturbios letones sí son especiales: las mismas políticas que permitieron al "Tigre Báltico" crecer a una tasa del 12% en 2006, están ahora causando una violenta contracción que se estima del 10% para este año: el dinero, emancipado de toda barrera, viene tan prontamente como se va, tras rellenar, eso sí, algunos bolsillos políticos. No es casual que muchas de las catástrofes de hoy sean los "milagros" de ayer: Irlanda, Estonia, Islandia, Letonia.
Pero todavía hay algo más argentinesco en el aire. En 2001, los dirigentes argentinos respondieron a la crisis con un brutal paquete de austeridad dictado por el FMI: 9 mil millones de dólares de recorte del gasto público, señaladamente en sanidad y educación. Lo que se reveló un error fatal. Los sindicatos de los trabajadores realizaron una huelga general, los maestros sacaron sus clases a la calle, y por doquiera proseguían las protestas.
Esa misma negativa de los de abajo a ser inmolados en la crisis es lo que une hoy a muchos manifestantes de todo el mundo. En Letonia, buena parte de la cólera popular se ha centrado en las medidas gubernamentales de austeridad –despidos masivos, recorte de servicios sociales y brusca disminución de los salarios en el sector público— tomadas para hacer méritos ante el FMI, de quien se espera un préstamo de urgencia: no, definitivamente, nada ha cambiado. Las revueltas del pasado diciembre en Grecia fueron desencadenadas por el asesinato a tiros por la policía de un adolescente de 15 años. Pero lo que las mantiene vivas, con los agricultores recogiendo el testigo de los estudiantes, es la general cólera que desierta en el pueblo griego la respuesta del gobierno a la crisis: se ofrece a los bancos un rescate por valor de 36 mil millones de dólares, mientras se recortan las pensiones de los trabajadores y se da a los campesinos poco más que nada. A pesar de las molestias causadas por el bloqueo de carreteras de
los tractores, el 78% de los griegos opina que las exigencias de los agricultores son razonables. Análogamente en Francia, en donde la reciente huelga general –desencadenada en parte por los planes del presidente Sarkozy de reducir espectacularmente el número de profesores— se atrajo el apoyo del 70% de la población.
Acaso el hilo más robusto que atraviesa a toda esa revuelta global sea el rechazo a la lógica de la "política extraordinaria", por emplear la expresión acuñada por el político polaco Leszek Balcerowicz para describir el modo en que los políticos acostumbran ahora a ignorar las disposiciones legislativas para avilantarse a "reformas" de todo punto impopulares. Un ardid que está dejando de funcionar, como acaba de descubrir ahora el gobierno de Corea del Sur. En diciembre pasado, el partido gobernante trató de servirse de la crisis en curso para lanzarse a un más que discutible acuerdo de libre comercio con los EEUU. Llevando a nuevos extremos la política de puertas cerradas, los legisladores se cerraron a cal y canto en la Cámara para poder votar en privado: defendieron la puerta con mesas,
sillas y butacas. Los políticos de la oposición no se dejaron impresionar: con martillos percutores y sierras eléctricas, echaron la puerta abajo y entraron en el Parlamento organizando una sentada que habría de durar doce días. Se aplazó el voto, a fin de permitir un mayor debate. Una victoria para un nuevo tipo de "política extraordinaria".
Aquí, en Canadá, la política es notoriamente menos pronta a escenas chocarreras que terminan en YouTube, pero tampoco ha estado exenta de sorprendentes acontecimientos. El pasado octubre, el Partido Conservador ganó las elecciones nacionales con un programa sin ambición. Seis semanas después, nuestro primer ministro tory se sacaba de la chistera un proyecto presupuestario que privaba del derecho de huelga a los trabajadores del sector público, abolía la financiación pública de los partidos políticos y no contenía el menor atisbo de estímulo económico. Los partidos de oposición replicaron con la formación de una coalición histórica, que no consiguió hacerse con el poder sólo porque se suspendió abruptamente la sesión parlamentaria. Los tories han regresado ahora con un presupuesto revisado: las políticas extremistas de derecha han desaparecido, y hay un paquete de estímulos económicos.
La pauta es clara: los gobiernos que responden a la crisis creada por la ideología de libre mercado con una acrecida dosis de la desacreditada medicina, no sobrevivirán al intento. Como están gritando en la calle los estudiantes italianos: "No pagaremos por vuestra crisis".

Traducción para sinpermiso.info: Roc F. Nyerro

jueves, 5 de febrero de 2009

CAMPAÑAS PROLIJAS


Mitología sobre el Indec

Por Claudio Comari

En el suplemento Cash del domingo 25 de enero se publicó una columna de opinión de Javier Lindenboim, en la que expone una buena parte de los clichés que ya hace dos años se reiteran en contra del Indec en casi todos los medios de comunicación.

Tomando como punto de partida una serie de juicios descalificatorios hacia la labor que cotidianamente desarrollan la casi totalidad de los trabajadores, técnicos y profesionales del Instituto, esos clichés pivotean sobre tres construcciones míticas:

1. El mito de la construcción “neutral” del conocimiento llevado adelante por “neutrales” profesionales sin intereses ni ideología, que al parecer no votan ni tienen simpatías políticas, que producían indicadores “neutros” de forma “neutra” para bien de la comunidad.

2. El endiosamiento de esos indicadores “neutros”, tanto en su definición como en su elaboración, y la herejía que supone pretender someterlos a revisión y/o crítica, ya que su legitimidad se funda en la indiscutible legitimidad de los “expertos” que los ha creado.

3. La producción de estadísticas en manos de profesionales o técnicos ajenos a la corporación de los “expertos reconocidos” (por la misma corporación) ha redundado en una sensible pérdida de información.

Vamos a ir de atrás para adelante. Lindenboim afirma que “estamos a ciegas” porque los datos son escasos y no le permiten conocer algunos tópicos de su interés. Se podría decir que no hay peor ciego que el que no quiere ver: si, como expresa en su nota, le interesa saber qué pasa con la composición del empleo asalariado sin planes de empleo en cuanto a trabajo protegido o no, podría consultar el comunicado del Indec del 27 de octubre, “Cambios en el Mercado de Trabajo durante el período 2003-2008”; si le interesa conocer la evolución territorial de la ocupación, puede consultar los “lacónicos comunicados trimestrales”; si quiere saber acerca de la evolución de los sectores, o las remuneraciones de subconjuntos relevantes de ocupados, puede acudir a los múltiples indicadores económicos que el Indec publica; si lo que le interesa es que le muestren la metodología del IPC base 2008, fácilmente puede obtenerla en la página web del Indec.

Las bases de microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares que el autor de la nota reclama, nos lleva a su vez a los otros mitos, ya que su publicación se ha diferido por la ejecución de trabajos de revisión de procesos inadecuados, al detectarse numerosas irregularidades que corresponde corregir. Malas noticias para los que sostienen el mito del perdido mundo ideal: la gente se equivoca aun si se trata de “expertos reconocidos”, y corregir no es sinónimo de manipular.

Se dará cuenta el lector de que la corrección de irregularidades no siempre puede ser rápida, ya que requiere de múltiples estudios y pruebas que permitan soluciones correctas y satisfactorias en contextos de total normalidad; entonces, diferir no es sinónimo de ocultar.

En ese relato de los clichés, la ruptura de la “normalidad” se debe exclusivamente a la “desafortunada iniciativa” del Gobierno nacional. Yo creo que debiéramos preguntar: ¿es normal afirmar que proveer bases de microdatos al público (en forma casi instantánea, agrego) es obligación irrenunciable del Estado, y a la vez horrorizarse por la “intromisión” de un secretario de Estado que solicita conocer información oficial con mayor nivel de desagregación?; ¿es normal que se intentara interrumpir la producción estadística porque el Poder Ejecutivo Nacional, en uso de sus facultades, designó un director nacional que a una parte del personal de la EPH no le satisficiera?; ¿es normal que periodistas reproduzcan y amplifiquen denuncias falsas?; ¿es normal que la oposición al Gobierno realice su campaña electoral en las puertas del Indec? Podría seguir enumerando hechos a todas luces anormales, pero lo más anormal sería considerar que no hay intereses en las acciones de activistas gremiales, dirigentes políticos, consultores privados e importantes agentes económicos.

En los últimos días, una feroz campaña a través de los multimedios pretende imponer que se cambiará la forma de medición de indicadores de mercado de trabajo, tergiversando los fines y motivos de la inclusión de una nueva pregunta en los formularios (que, por otra parte, se administrará sólo a las personas que se categoriza como desocupados en sólo algunos aglomerados relevados por la EPH), a lo que se suma una profusa serie de declaraciones de expertos, analistas y consultores “independientes”.

Seré desconfiado, pero no me parece que se trate de la cobertura objetiva de una noticia que no es tal; más bien se parece a la conjunción de diversos intereses, eso sí, todos “neutros”.

* Analista del Indec.

Estudios de Mercado de trabajo y Condiciones de Vida. publicado en Cash. pág.12

Octavio Getino habla sobre la Ley de medios

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