«Y
LO REPITO UNA VEZ MÁS: HEMOS VIVIDO PARA LA ALEGRIA; POR LA ALEGRIA
HEMOS IDO AL COMBATE Y POR LA ALEGRIA MORIMOS. QUE LA TRISTEZA NO SEA
UNIDA NUNCA A NUESTRO NOMBRE»
Reportaje al Pie de la Horca Julius Fucik
Graciela María de los Milagros Doldán.” Monina” «Gringa»
Graciela
nació en Santa Fe, el 19 de agosto de 1941. Conjugó su “sobriedad”,
como en el vestir. Bleizer azul pollera gris y mocasines, con la
“intensidad” de su entusiasmo.
Fué una descubridora incansable de
gentes y de paisajes. Sus veranos los pasaba viajando “a dedo”, como
mochilera por la Argentina y los países limítrofes, adentrandose y
compartiendo la vida y la cultura de otras regiones.
Estudió el secundario en el Colegio Nuestra Señora del Calvario.
Ingresó a la Facultad de Derecho de la U.C.S.F. en 1960 y se recibió en 1965.
Fue presidenta de la Acción Católica Universitaria (J.U.C.) de Santa Fe.
Trabajó
en el 1er Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho. En ese
marco colaboró con la primera revista editada por el Centro.
Siendo
ya abogada, epoca de la dictadura de Ongania, ejerció su profesión,
principalmente en derecho laboral, defendiendo al sector obrero.
Integraba la Asociación de Abogados de Santa Fe, dedicada a la defensa
de los Derechos Humanos.
Trabajó, también, como abogada voluntaria en la CGT.
Integró, en Santa Fé, el grupo fundacional de lo que sería después Montoneros.
En febrero de 1971 debió irse de Santa Fe. Se instaló en los primeros tiempos en
Buenos Aires y luego en la ciudad de Córdoba, junto a su pareja, José Sabino Navarro.
Finalizando el año 1971, Sabino Navarro fue muerto por el ejército.
«Monina»
fué parte del grupo que mantenía desde tiempo atrás disidencias dentro
de la organización Montoneros, que culminaron con la creación de la
“Columna José Sabino Navarro».
Frente a diversos procesos
políticos que llevaron al desmembramiento de la Columna, en 1975,
Monina decide reingresar a Montoneros, continuando su militancia en
Córdoba.
María Graciela fue detenida el 26.4.76 en
su departamento ubicado frente al Hotel Dora, sito en la ciudad de
Córdoba. Compartía la vivienda con Rosa Mauren Dory Kreiker o Kreuker,
llamada "Turquita", que también fue llevada a La Perla y trasladada al
poco tiempo.
Fue torturada en el mismo departamento, donde "se
montó una ratonera", esto quiere decir que un grupo de varios hombres
permanecieron en el lugar durante toda la noche y parte del día
siguiente, esperando que alguna persona llegara a la vivienda y así
proceder a su secuestro. La patota no era otra que la 3ra. sección de
Operaciones Especiales OP3, La Perla, o la Universidad, perteneciente al
Destacamento de Inteligencia 141 "General Héctor A. Iribarren",
dependiente del Comando del III Cuerpo de Ejército, bajo las órdenes
directas del General Luciano Benjamín Menéndez.
Sus principales secuestradores fueron:
Siendo posiblemente el jefe del operativo el Capitán VERGEZ.
Durante
"la ratonera" llega un compañero a la casa y María Graciela logra
avisarle a través del portero eléctrico su situación, posibilitando la
huida del otro.
A María Graciela se la dejó viva durante 10 meses
para que viera en la práctica la derrota de un proyecto. Había que
mostrarla como "trofeo de guerra": por ser en si misma "una
institución" y por ser la compañera de Sabino Navarro.
Al capitán
Guillermo E.Barreiro, que en 1976 aún era Teniente primero "le
gustaba" cada vez que entraba en la cuadra, hablar con María Graciela,
porque veía en ella al enemigo derrotado, pero que guardaba una línea
de conducta, que fue una constante durante todo el tiempo en que
permaneció en La Perla.
Su línea de conducta significaba en la
práctica: no dar información, no creer que "los oficiales jóvenes" iban a
sacar el país del caos, ni tampoco pensar que esa derrota del campo
popular iba a ser estratégica.
Para probar su línea de conducta,
se emplearon todas las técnicas posibles para desgastarla, para
quebrarla, para experimentar hasta donde llega la ideología en el ser
humano. Es decir "cuál era el precio" que, según ellos, tenía todo
militante, cuando se lo ponía frente a la elección de la vida o la
muerte.
Es por esto que, durante bastante tiempo, se la aisló
entre biombos, le hicieron ver "cientos" de traslados en los que ella
no partía, vio morir en la cuadra, sintió el grito en la tortura,
sufrió todos los procedimientos, los enfrentamientos fraguados.
Ella,
a pesar de todo esto y vivir como una secuestrada, sin ninguna
esperanza para su futuro y sin ningún contacto con su familia, en medio
de la locura y la barbarie, intentó formar un grupo, cuyo fin era
resistir la derrota, al embate del enemigo que era muy poderoso en ese
momento. Este grupo fue detectado y la mayoría de sus miembros fueron
trasladados.
Pude charlar con ella y profundizar nuestras
discusiones desde diciembre de 1976 hasta el día de su traslado en
febrero de 1977.
Pensaba mucho en los
cumpas que estaban vivos afuera, militando y que iban a ser
secuestrados. Quería evitarlo desesperadamente.
Dijo « Las caidas
no son aritmeticas, son geometricas, en poco tiempo van a caer todos
por la cita o contactos, hay que hacer algo"
Trató de convencer a
los militares que la Organización era mucho más fuerte de lo realmente
existente con la finalidad de «parar" el ciclo
caida-tortura-delación-nue
va caida. Discutió con la oficialidad
del campo la imposibilidad de secuestrar a toda la Organización, para
que intentarán otros metodos. Los milicos de la Perla le ofrecieron dar
una conferencia de prensa. Ella pensaba aceptar pero no en los
terminos estrictos que pretendían los milicos. Pretendía intercalar
entre sus dichos publicos que la Orga debia dispersarse en esa etapa
para que así se salvaran del inevitable secuestro y la muerte.
Nunca
pensó en salvarse a si misma sino que era un intento de que afuera
hubiera una reflexión y que se rompieran los contactos organicos, ya
que desde su «lugar" en el campo veia día a día como seguian cayendo
compañeros debido al ciclo conocido de represión.
Intentó en su
contrapropuesta a los milicos sobre la conferencia de prensa, incluir a
cumpas del campo de concentración secuestrados muy jovenes y aquellos
que no tenían altos niveles de compromiso organico, como un modo de
protegerlos.
Los milicos no aceptaron los terminos y continuaron con su maquinaria mortal.
A
pesar de estar excedida de peso, su contextura era frágil, de huesos
pequeños. De piel muy blanca, rosada, con ojos celestes verdosos,
grandes, su cabello era rubio claro que llevaba ondulado hasta los
hombros.
Aproximadamente tendría 1,55m de estatura. Hacía un gesto
muy característico en ella con su mano derecha, levantando y moviendo
los dedos con delicadeza, mientras torcía su mano.
Su carácter era enérgico, emprendedor, había sido muy delgada unos años antes.
Muchas veces hablamos de las posibilidades reales de vida que ella tenía. Siempre supuso que la iban a fusilar.
Por
eso planteaba que el que saliera con vida, tenía que contar todo lo
sucedido en el campo de concentración. En ese momento, no creía que
pudiera ser yo, la que pude contar hoy, lo vivido en La Perla.
Había
3 escalas de evaluación en el campo: blancos, grises y negros. Estos
últimos no tenían ninguna posibilidad de vida. Previendo su destino
final, le planteó a Barreiro que el día de su traslado, el estuviera
presente.
Barreiro fue jefe de interrogadores en el año 1976.
De
ideología fascista, sumamente vanidoso y autosuficiente, se sentía
importante frente a sus camaradas y personal subalterno, al tener
alguien "de calidad" detenido; por eso le gustaba hablar políticamente
con María Graciela con la cual mantenía discusiones. Barreiro pensaba
que "la elite sólo puede hablar con la elite".
"Parecía" que
Barreiro respetaba a "la gorda". Los hechos fueron otros: El mencionado
Teniente primero y el sargento primero Luis Manzanelli le hicieron
sufrir 2 veces un traslado fraguado: la llevaron a la oficina, la
hicieron llegar hasta el camión y luego le dijeron que era mentira.
Al
respecto María Graciela decía con ironía (refiriéndose al Tte. 1ro.
Barreiro), "hay amores que matan", porque Barreiro siempre le decía que
él la estimaba mucho, por su valor frente a la tortura, por su
capacidad política, por su voluntad de vivir, pero...
Como decía
el Tte. 1ro. Gonzalez, refiriéndose a nosotros: "Ustedes, los
prisioneros, son gente hermosa, muy capaces y muy valiosos, pero...
esta es una guerra santa... y hay que destruirlos, porque ustedes son
los agentes del mal..."
Corría el mes de febrero de 1977.
Este mes fue el más terrible para los prisioneros considerados como "negros".
Es
la época en que Menéndez pone en práctica el "pacto de sangre". Hasta
fines de 1976, el personal de cuadros del Destacamento era llamado por
el resto del arma "los oficiales asesinos". Por eso, a partir de 1977
se compromete a todo el personal del III Cuerpo en la participación del
"destino final" de los prisioneros.
Febrero fue la época de sacar 3 personas por día a las 4hs de la tarde.
No
era fraguado esta vez. Sabíamos el día en que íbamos a partir.
Barreiro fue el que preparó "maquiavélicamente" esta forma de salir.
El
día que la llevaron, intuyendolo, no duerme la siesta tras el almuerzo
magro, que solia realizar. Al preguntarle una compañera de porqué no
se toma ese leve irse del infierno, en la siesta contestó «No, me
vienen a buscar hoy y quiero aprovechar las ultimas horas de vida que
me quedan para pensar".
Ademas agregó; «compañera, te van a venir
a ver despues que me maten para regodearse en tu llanto, por favor no
llores. No le des el gusto"
Al final ella salió en un grupo de
tres... Posiblemente el 17 de febrero de 1977, pero no puedo asegurarlo.
No se con quien se fue.
Maria Graciela estaba muy serena y hermosa...
Pensaba que era "demasiado" el tiempo que había permanecido con esta "sobrevida".
Cuando se fue, hizo la V de la victoria en el centro de la cuadra.
Barreiro no estaba. No se atrevió a dar la cara, porque era un cobarde. Sólo servía para hacernos agonizar desde las sombras.
El capitán Jorge Exequiel Acosta lo reemplazó:
Ella le pidió a Acosta ser trasladada sin venda y sin las manos atadas. En el camión iba mirando el cielo y la naturaleza .
En el lugar que le había preparado, ella pidió un cigarrillo.
Quiso
morir viendo el sol y el cielo. Al Mayor que dirigió su fusilamiento
lo despidió: le dió la mano, un abrazo y le dijó: «Sos el ultimo ser
humano que voy a ver antes de morir y aunque vos no lo sepas sos un ser
humano y para mi es importante, porque me estoy despidiendo de la
humanidad».
Se comentó en la cuadra luego, que el Mayor volvió llorando y no quiso participar nunca más de un fusilamiento clandestino.
La compañera «Monina» había ganado su ultima batalla.
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