Carta
del excombatiente Miguel Ángel Trinidad que le envió a la presidenta a
semanas de cumplirse 30 años de la guerra de Malvinas.
Malvinas: Carta abierta a Cristina
Tuve
el gran honor de estrechar su mano en Caracas en diciembre pasado en
ocasión del lanzamiento de la CELAC. Ese día me dirigí a usted como
“Presidenta Malvinera”, título que amerita por liderar la gestión del
único gobierno que ha internalizado y asumido el tema Malvinas en sus
distintas facetas y dimensiones. En lo humano, al promover varias formas
de apoyo, sobre todo al impulsar los viajes de los familiares de los
caídos a las islas, o con las diferentes formas de reconocimiento que
siempre tuvo para con nosotros, los ex - combatientes. Desde el
desarrollo de Políticas de Estado, hilvanando una sucesión de acertadas
acciones en la batalla diplomática por las Islas Malvinas, Georgias
del Sur y Sandwich del Sur en todos y cada uno de los foros y
organismos internacionales pertinentes, centrando los derechos,
irrenunciables e irrefutables, sobre nuestras islas.
Partí
de la Patria hace ya más de 20 años. Actualmente me desempeño como
Representante de la OEA en la República Bolivariana de Venezuela, luego
de haber recorrido la geografía de Nuestra América durante dos décadas
en misiones de mantenimiento de paz y resolución de conflictos en
Centro América y el Cono Sur tanto en el marco de las Naciones Unidas
como de la OEA. Desde esta perspectiva de tiempo y distancia, veo una
Argentina nueva y distinta, en particular en lo atinente a la Causa
Malvinas.
Tanto
la dictadura militar como la sucesión de gobiernos constitucionales de
estas últimas 3 décadas han abordado Malvinas desde la vergüenza, el
olvido o la mera formalidad conmemorativa y protocolar, amén del
rosario de claudicaciones y conculcaciones diplomáticas. Sin embargo,
este cuadro se modificó de modo tajante a partir de la gestión de
Néstor Kirchner y la suya, Sra. Presidenta, y eso llena de orgullo a
cualquier argentino, sea cual sea su preferencia político – partidaria, y
mucho más a un ex – soldado combatiente de Malvinas.
Cuando
al conmemorarse la jura de nuestra enseña patria, frente al Monumento
en Rosario, le oí señalar que su cumbre estaba enrejada porque desde
allí muchos compañeros se habían quitado la vida, pensé en cuán
afortunado he sido por obra de Dios, al poder superar la primer acción
“desmalvinizante” que padecimos a través del ocultamiento que la
dictadura cívico-militar llevó a cabo de los que estuvimos en las
islas, y el olvido de muchos que en 1982 prendían una escarapela en sus
ropas y luego volteaban sus rostros cuando recorríamos sitios en busca
de fuentes de trabajo.
Hoy
dos décadas después de haber dejado la Patria, miro y comparo esta
nueva Argentina con esa otra Argentina, lejana y ajena, donde Malvinas
era una más de las muchas claudicaciones y desilusiones, una
asignatura pendiente, tanto desde las obligaciones que correspondían al
Estado y sus políticas hacia el sector (los Veteranos de la Guerra por
las Malvinas) como por la claudicación ante el Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte en el escenario de la comunidad
internacional.
En estos años he laborado tanto en
escenarios de disputas territoriales, como la de Belice y Guatemala,
como así también de guerras civiles, como las de Nicaragua y Guatemala;
y habiendo trabajado con los veteranos –regulares e irregulares- de
los diferentes bandos contendores, he podido cotejar y comprobar que
el valor del reconocimiento y la asunción de la verdad como elemento
sanador fundamental de la autoestima de un pueblo y sus estructuras
jurídicas e institucionales, de cara a su Historia y por ende frente a
sus protagonistas, constituyen un pilar fundamental en la construcción
de un país soberano.
Una
guerra es una circunstancia extrema y no deseada, pero si tiene lugar,
deja enseñanzas y lecciones tanto individuales como colectivas, y muy
particularmente para quienes son llamados a las responsabilidades de
la cosa pública y el ejercicio de la defensa de los intereses de una
Nación.
En los últimos años la Argentina ha alcanzado un
logro fundamental en el ámbito internacional: se ha reinstalado en un
sitial no solo de dignidad nacional sino de compromiso activo en los
espacios de integración regional bajo nuevos paradigmas; ha consolidado
y acrecentado la tradición argentina de paz y contribución a la
construcción del derecho internacional y a los usos y costumbres en las
relaciones internacionales, que vienen desde épocas que marcaron
nuestra mejor tradición de no intervención (la Doctrina Drago), de
neutralidad (con los gobiernos de Yrigoyen y los gobiernos en cuyo
contexto nació el peronismo) en las dos guerras mundiales, de apoyo a
la paz en la Región y al esbozo de los primeros sistemas ad hoc de
resolución de conflictos entre estados que planteo el ex canciller y
Premio Nobel Saavedra Lamas (que posibilitaron la paz entre Paraguay y
Bolivia); la no participación en la guerra de Corea, la no
participación en la intervención en Santo Domingo, el aporte al
Movimiento de No Alineados (con la salvedad de la vergonzosa
participación simbólica en la Guerra del Golfo de los 90), y la
constancia y perseverancia en los reclamos por Malvinas en todos los
foros y ámbitos de organismos internacionales con eficacia y tino, que
ha sido ejemplar.
Como
ex - combatiente de Malvinas, no solicito ni espero ninguna acción más
del Estado nacional referido a reivindicaciones socio-económicas. El
Estado ha cumplido, al menos con aquellos que no arrastramos secuelas
físicas y psicológicas. Lo que sí espero de este Estado, de la actual
administración y de las que vendrán, es que el camino andado no sea
revertido, que la valentía de llamar las cosas por su nombre como lo ha
hecho usted en todo lo atinente a Malvinas, sea consolidado,
acrecentado y sostenido como política de Estado y como gesto del
orgullo de ser argentinos y latinoamericanos.
La causa de
Malvinas es inherente al Ser Nacional; el oportunismo de la dictadura
que ocupó las islas en 1982 fue superado por los acontecimientos y la
historia está poniendo las cosas en su lugar; las enseñanzas que nos
dejó Malvinas hoy se reflejan con cabalidad en la actitud asumida por el
Estado nacional y tiene en la iniciativa del Museo Memorial Malvinas
la mejor muestra de que ante tantos ídolos de cartón que nos venden,
existen y tenemos 649 héroes que nos inspiran a construir una Patria a
la medida de nuestros sueños.
Sra. Presidenta, espero
renovar el privilegio de saludarla, esta vez en suelo patrio, en
Ushuaia, en ese Sur tan caro a usted y a nosotros los malvineros,
cuando viaje al país para sumarme el 2 de abril a los homenajes a los
caídos en este 30 aniversario.
Respetuosa y afectuosamente,
Miguel Ángel Trinidad
▄
- racruz.eas@facebook.
com - reneacruz@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario