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martes, 6 de julio de 2010

"Matar" a Maradona

LA ORDEN DEL MAGNETTO ERA:
"Matar" a Maradona
Matar a Maradona fue la orden, la respuesta del pueblo fue al unísono. ¡que la sigan mamando!

Matar a Maradona fue la orden, una sentencia precisa, incontestable, de sinuosa aplicación. y sentido muy claro.
- ¡Maten a Maradona! -
Balbuceó nuevamente el desgalichado escriba, casi deletreando cada sílaba mientras el silencio oradaba las paredes de aquella estrecha habitación. No creas que fue cualquier silencio, fue de aquellos silencios silentes, mudos, autistas, una suerte de negación al sinsentido.

Uno de los presentes estrujo el ceño con su mano derecha, tratando de comprender el porque. El resto tomó nota. Alguien sonrió enjuagando odios y rencores, como esperando aquel momento. pero nadie habló.

La noche anterior al partido prácticamente no pude dormir, tal vez fue la ansiedad, quizás la sola posibilidad de perder ya conmovía cada retazo de piel que me envuelve. quien sabe, solo se que no fue una noche más.

El gol alemán llegó demasiado rápido, inmerecido, casi como un elemento protocolar del partido. En un mismo combo: himno y gol tempranero ¿el precio? Quien sabe.

Mire por la ventana y no encontré respuestas. Los jugadores tampoco. El final fue inevitable, jugaron a morir como en el potrero. y así ¿murieron?

Cuatro puñaladas, un corazón.

La orden fue muy certera, solo restaba encontrar el modo. Ya lo habían hecho antes, era cuestión de chispa, de inventiva, de recrear palabras y disfrazar
realidades nuevamente.

Pero no sucedió así, los minutos pasaban y las palabras no brotaban. acaso su propia historia, la de aquellas plumas cooptadas, impugnaba tal cachetada a sus raíces. Al fin y al cabo, resulta complejo enfrentar a los dioses.

La orden no tardó en llegar ante el respetuoso letargo que desbordaba el ambiente.

Humillación fue la palabra elegida. no había tiempo de operaciones interminables, esto debía hacerse rápido. El publico no debía pensar, la consigna era evitar la reacción. la sentencia fue directa.

Los periodistas, devenidos en meros hoplitas, obedecieron ciegamente. a esta altura del juego ya no podían retroceder. Cosas peores se habían escrito en
aquel lugar. Mejor no revisar la historia.

El partido se asemejó a esas malas películas de madrugada insómnica, todo lo malo que podía ocurrir sucedió, todo lo bueno se esfumo aturdido por aquel
insoportable sonido que emanaba desde las tribunas. ¿Las vuvuzelas? No, millones de corazones desgajándose al ritmo de un guión casi siniestro.

Diego abrazaba a Messi, yo abrazaba a Diego a la distancia.

En la calle, un flaco lloraba arrodillado casi al borde del colapso. sus amigos intentaban levantarlo. Ellos también lloraban abrumados intentando encontrar oxigeno entre tanta lágrima.

Luego el silencio, aquel mismo silencio que cataliza sentires para transformarlos en realidades. jugaba a derrumbarnos con el correr de las horas.

De pronto, comenzó el show de verdades absolutas en personajes que jamás en su vida pisaron una pelota:


Verón volvió a ser irremplazable, Jonás se transformó en el crack que hizo banco e Higuain. bueno, Higuain no podía cabecear un centro, muchos menos podía ser el 9 de la Selección. el listado de pelotudeces es interminable
permítanme no entrar en detalles.


Passman sonreía. ya no la tendría tan adentro, al menos eso pensaba el.

Toda la artillería, todo el arsenal de mentiras y estupideces estaba en marcha. Encuestas que no respondían a un simple click. Clicks que se perdían
entre dedos temblorosos y esa falsa objetividad disfrazando órdenes corporativas. ¿O acaso es compresible que todo un canal opine de igual
manera?

Ya sabemos: "Matar a Maradona" fue la orden. todo estaba en marcha.

Aparecieron las estadísticas, los resultados, las odiosas comparaciones y el olvido. el ¿casual? olvido de parte de esta historia.

Nadie mencionó que Basile abandonó la Selecciónn luego de haberla incendiado, al borde de no clasificar, con un plantel destrozado y una idea de juego poco clara.

Algunos pidieron a Bielsa, estaba todo perdonado. No importaba ya el haber sido eliminados en primera ronda en aquel inolvidable 2002.

Y Bianchi ¿Por qué no Bianchi? Quien se negó mil a veces a dirigir la Selección (con excusas riquelmenianas) y fracasó en cuanta incursión hizo fuera del país.

Nadie mencionó que solo Diego levantó la mano cuanto todos se excusaban. y fue el quien nos llevó al Mundial.

Mi celular estallaba en puteadas y llantos en forma de caracteres, algo se estaba gestando. había olor a bronca, mucha bronca.

Se hizo tarde. tal vez transcurrieron siglos o unas pocas horas, mi ánimo reflejaba una eternidad. Y una eternidad es mucho tiempo para buscar respuestas.

Comí algo y encendí la PS2. El Juego: PES10, el partido: Argentina vs. Alemania. Minuto 14, furioso avance alemán. Podolski traza una diagonal cerca del área y salgo a cruzarlo, mejor dicho Heinze, resultado. teutón
roto. ¡toma puto! ¡Tocala de nuevo!

Apague la Play y me acosté con un sabor a justicia entre los dedos. un pequeño ¿bálsamo? después de una jornada de olvido.

Mucha tinta corrió esa madrugada, los principales diarios sublimaron odios y rencores contra Diego. Yo dormí hasta muy tarde.

Pocos refugios de la palabra escaparon a tamaña operación. matar a Maradona parecía rendir sus frutos. La lucha era desigual. como nunca antes.

Matar a Maradona fue la orden precisa, como tantas otras ordenes que habían ejecutado, un trabajo más por hacer. el final tan esperado por los enemigos
de siempre estaba en marcha. Solo restaba el brindis final.

Y fue Ezeiza el lugar donde la historia se quebró en pedazos, alguien llamó a otro alguien, y un centenar de alguienes sacudieron la modorra para ir al encuentro de la Selección. Otros tantos alguienes decidieron apagar la TV, y se unieron a un millar zutanos que, enfervorizados, se abrían paso en busca de brindar su amor a Diego y sus jugadores. Ni hablar cuando llegar los menganos, miles y miles de seres anónimos, sutilmente olvidados por los medios, dijeron: ¡Presente!

Y así fue que, cientos de alguienes, muchos zutanos y un mar de menganos destrozaron a fuerza de corazón y lágrimas el discurso del monopolio.

A la distancia Vignolo, el que juega a ser Araujo, se contenía para no llorar y decir lo que realmente piensa. La imagen era conmovedora. parecía ser rehén de una situación que escapaba a su arbitrio.

- ¡Maten a Maradona! de una puta vez -

Bramó encolerizado el monopolio, sin poder entender lo que estaba sucediendo. trastabillando con su propia inquina.

La respuesta del pueblo no se hizo esperar, salió a cobijar a su Diego. para acurrucarlo y abrazarlo, para confesarle su amor interminable. para decirle que nada cambia.

Un piélago de amor recorrió el país. sin satélites, ni letras de molde. Un pibe en Añatuya rompió el silenció y grito al cielo: ¡Te quiero Diego!!. y a través de las ventanas comenzaron a surgir los rostros desencajados de pasión. Llantos y risas inundaron la escena.el romance seguía intacto, la magia más fuerte que nunca.

En un baldío alejado, a cierto desdibujado escriba se le quemaban todos y cada uno de los papeles. Desde mi ventana pude ver la columna de humo elevándose avergonzada, como pidiendo disculpas.

Matar a Maradona fue la orden, la respuesta del pueblo fue al unísono. ¡que la sigan mamando!

Ahora depende de vos Diego. ¡no te vayas boludo!

Alejandro Fernández

1 comentario:

Alejandro dijo...

Muchísimas gracias por difundir mi nota.

Un gran abrazo peronista, y saludos

Alejandro Fernández

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