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viernes, 21 de noviembre de 2008


De la Vuelta de Obligado a la Vuelta del Estado

Jorge Giles, 20/11/08

¿Quién escribirá la historia de estos días que corren? ¿Alguien tomará
de las solapas, con la prosa y la palabra, a los canallas y los
cínicos que sólo braman blasfemias en las penumbras, cuando asoma algo
de luz? ¿Podrán decir los escribas que después del saqueo contra las
arcas del pueblo, sucedió la vuelta a casa de nuestra línea aérea, el
juzgamiento a los genocidas, la caída del desempleo, la integración
latinoamericana, la liberación de las garras del FMI? ¿Se dignarán en
nombrar a Néstor Kirchner y Cristina Fernández como los hacedores de
un tiempo forjado por esa mayoría que sólo quiere vivir mejor?

Por si acaso, los mansos y los justos deberían dejar las huellas de
estos días a resguardo para los que vendrán después. No importa,
siempre que sea digna y auténtica, lo tosca que la huella sea. Pero
decir claramente que hoy volvimos a tender las cadenas de la Vuelta de
Obligado para que la codicia de los mercaderes no pase nunca más
contra nuestro destino de libres.

Es 20 de Noviembre y resignificamos el Día de la Soberanía con la
recuperación de la administración estatal del patrimonio de los
trabajadores y los jubilados. En la votación parlamentaria no nos
separarán sólo dos maneras de gobernar nuestros ahorros, sino dos
visiones de la Argentina, dos modelos en pugna, dos formas de vivir
la vida en este bello país. Es la disputa entre lo viejo y lo nuevo,
entre lo justo y lo injusto, en el momento que se define el rumbo de
un mundo en llamas.

Duele saber que la palabra se rompió cuando, dictadura, menemismo y
alianza mediante, rompieron los cimientos del Estado, pero hay que
decirlo. ¿Cómo no se iba a fragmentar la palabra y la política si la
sociedad fue bombardeada mediáticamente hasta hacerla refugiar en los
rincones de la sobrevivencia?

"Salvese quien pueda" fue la consigna. Saquearon nuestros ahorros pero
el verdadero propósito de inventar el negocio de las AFJP, fue rasgar
y romper el tejido social para eliminar todo sentimiento organizado,
atentando así contra la solidaridad colectiva, que es constitutiva de
la condición humana. Por eso, cuando decimos que este cambio es
estructural no estamos pensando desde una máquina registradora sino
desde el alma de un pueblo que vuelve a juntar sus parcelas dispersas,
su identidad de nación, un futuro compartido.

Seamos definitivamente un pueblo y una nación y no esa aritmética
feudal del neoliberalismo. No somos clientes ni socios ni meros
consumidores. Somos ciudadanos, que es un rasgo superior de la escala
democrática. Y desde hoy lo somos más que ayer.

Duró catorce años este debate. Mienten los que aúllan clamando más
tiempo para analizar y decidir. Ya nos robaron bastante para que
sigamos marcando el ritmo del reloj con la letanía de una cigarra.
Esta es la hora y no mañana. Mientras otros corren en auxilio de sus
banqueros, nosotros lo hacemos a favor de la justicia social. Vaya con
la diferencia. Se dirimen estas cosas en una sesión que compromete a
todos, oficialistas y opositores, en la posibilidad histórica de hacer
causa común cuando se construye ciudadanía y no partidismo de cuarta.
Tengamos memoria cuando mañana elijamos nuestros representantes,
recordando el voto de este día.

Recuperar nuestra identidad es escuchar el canto destemplado y heroico
de los criollos que en la Vuelta de Obligado entonaban el Himno
Nacional mientras combatían contra la más poderosa flota naval de esos
tiempos. Es alzar en los brazos de la memoria al Gaucho Antonio
Rivero, el mismo que recuperó en 1833 nuestras Malvinas al mando de un
pequeño ejército compuesto por dos gauchos y cinco indios y que
alcanzado por el fuego enemigo, caía para siempre ese 20 de noviembre
de 1845. Ellos, con el General Lucio Mansilla al frente, también
peleaban contra la fragmentación de la patria que nacía a ponchazos y
sablazos, al grito de "¡Viva la soberana independencia argentina!"

Por eso, como ya se dijo desde lo más alto de la representación
popular, no es una casualidad que sea hoy el día en que vuelve el
Estado a resguardar nuestro destino común.

Claro, la batalla es muy distinta. El campo de disputa es el campo del
debate y es esta democracia a la que habrá que seguir vigorizando con
la profundización de este modelo de desarrollo con inclusión social.

Sólo así honraremos a los patriotas que supieron defender con honor
nuestra Soberanía.

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